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En resumen, cursar un fp superior no solo traerá oportunidades económicos ya que incluso tendrás grandes satisfacciones personales y profesionales al ampliar tus capacidades profesionales al terminar este tipo de estudios superiores.
Un Ciclo de Grado Superior es un tipo de enseñanza del sistema educativo de Formación Profesional Español que se completa en 2 años académicos, y que se centra en enseñar a los estudiantes mediante unos estudios más prácticos que los universitarios, preparando a los alumnos de una forma más cualificada en la inserción al mundo laboral, gracias a una formación con prácticas más específicas orientadas a su futuro laboral.
Los estudios se realizan durante dos años, combinando las clases teóricas, con prácticas en clase, prácticas en empresas para poner en práctica todo lo aprendido y obtener la experiencia laboral práctica necesaria. Teniendo una duración total de 2.000 horas.Existe una gran oferta formativa para realizar un ciclo de grado superior, tanto en centros públicos como privados, disponiendo de una gran catidad de opciones para poder estudiar de forma presencial tanto con horario diurno como nocturno, o incluso online.
Los ciclos de grado superior están compuestos por una serie de módulos profesionales En cada módulo se trabaja el temario necesario y prácticas para adquirir los conocimientos y técnicas necesarias para desarrollarse como profesional en el sector. Ya sea con clases teóricas o clases prácticas.
Los módulos profesionales de este ciclo formativo son los siguientes:
La formación práctica se desarrolla, durante el curso, en el centro/s de trabajo establecidos (de septiembre hasta diciembre o de marzo hasta junio). Salvo situaciones excepcionales no se incluyen las vacaciones escolares. La Formación en centros de trabajo (FCT)
Los calendarios se acuerdan entre los/las 2 tutores/as acorde a las horas de cada grado superior dentro de los tiempos anteriormente citados.
La duración diaria de la formación debe ser igual o cercana al horario laboral de la empresa, generalmente entre las 7:00 y las 22:00, y se realizarán reuniones de seguimiento, periódicas y obligatorias con el tutor de FCT en el centro educativo.
El Grado Superior se compone de 400 horas de prácticas. Generalmente entre marzo y junio del 2º Curso. Excepción: En los 5 títulos LOGSE vigentes oscila entre 380 y 440 horas.
Si acreditas una experiencia laboral mínima de un año (atendiendo al cómputo correspondiente a una jornada laboral completa), relacionada con el ciclo formativo en el que estés matriculado/a. Esta experiencia laboral debe garantizar que has alcanzado los resultados de aprendizaje del módulo FCT recogidos en el Real Decreto (RD) del título en el que estés.
Elda es un municipio y ciudad española situada al sur de la Comunidad Valenciana en la provincia de Alicante. Pertenece a la comarca del Medio Vinalopó, de la cual es capital administrativa, tiene una población de 52 404 habitantes (INE 2018) y ocupa un área de 45,79 kilómetros cuadrados. Además, cuenta con un equipo de fútbol de segunda división, el Club Deportivo Eldense. El casco urbano se encuentra ubicado en una fértil terraza a orillas del río Vinalopó, y está rodeado de un circo de montañas. La relativa falta de suelo para crecer, provocó hace décadas que el casco urbano se fusionara totalmente con el de Petrel, formando así una conurbación de casi 90 000 habitantes, que en la vida cotidiana de los vecinos, existe como si fuera una sola ciudad.
En la época imperial romana, en el Itinerario de Antonino se hace referencia a una desviación de la Vía Augusta entre Ad Turres y Aspis con el nombre de ad Ello, una población cuyo topónimo podría ser Ellum, haciendo referencia probablemente al poblado de El Monastil. Durante la época romana fue denominada Elo. Durante los 610-675, en la época visigoda, existen referencias de una sede episcopal elotana, formada por el topónimo elo- (reducción fonética del latín Ello) y el sufijo -tana. En las Décadas de Escolano de 1611 aparecen las formas Idella y Dadlo, la primera relacionada con los musulmanes, derivada de la segunda. Otro documento, el Manual Geográfico de P.Orozco Sánchez de 1878 cita Idella como topónimo ibérico del que deriva la forma Daellos. Durante la época medieval se produjeron muchos errores de transcripción, llamándose Eloe y Edelle mientras otros documentos adoptan Ella en castellano y Etla en valenciano. A partir del siglo XV queda fijada la forma Elda.
Blasón de tipo español, con campo de gules. En el centro, un castillo de dos torres esmaltado en oro, con el contorno y las juntas de los sillares marcados en sable. Cada una de las torres tiene una puerta con arco de medio punto, color sinople. Ocupando la parte superior central, una flor de lis esmaltada en plata. Como tenante, flanqueando el blasón, se encuentran dos ramas en sinople a modo de laurea, la izquierda de palma y la derecha de laurel, ambas unidas por un lazo esmaltado en oro. Como timbre en la parte superior, una corona de Duque esmaltada en oro, con sus respectivos 8 florones, con perlas, y pedrería de rubíes y esmeraldas incrustadas, en plata, sinople y gules.
Conserva el título de Fidelísima, aunque actualmente no está representado en el escudo.
Elda se encuentra situada al sureste de la península ibérica y al noroeste de la provincia de Alicante. Está ubicada en la comarca del Medio Vinalopó, y constituye uno de los núcleos urbanos más importantes no solo de la provincia, sino de toda la Comunidad Valenciana. El ayuntamiento se halla a 395 metros de altura sobre el nivel del mar, aunque al estar la ciudad en una terraza inclinada, hay zonas del casco urbano muy por encima de los 400 metros. Se encuentra a 38 kilómetros de la capital alicantina.
La ciudad de Elda se sitúa en una fértil terraza aluvial, en el valle del río Vinalopó, que cruza el territorio de norte a sur. Esta terraza tiene una ligera basculación en dirección sur y oeste, hacia donde discurre el río, que con su fuerza de arrastre, ha generado un ancho y abrupto cauce que en algunos tramos tiene forma de cañón. El relieve circundante es predominantemente montañoso, estando los núcleos de Elda-Petrel y Monóvar situados en una cuenca, rodeada casi en su totalidad por un circo de montañas. Hay algunas grandes sierras que, pese a formar parte del paisaje que rodea el casco urbano, se encuentran fuera del término municipal, tales como la sierra del Cid, la sierra del Caballo, o la sierra del Maigmó al este, o la sierra de Beties y la sierra de la Zafra al suroeste. La altura máxima del municipio se da en la sierra de la Umbría, en un pico de 844 m s. n. m., anexo al Alto de la Bola, en el cual se dividen los términos de Elda, Monóvar y Salinas. Todas las serranías de la zona forman parte de la Cordillera Prebética.
Los principales accidentes montañosos que se encuentran dentro del término de Elda son:
Elda se encuentra atravesada de norte a sur por el río Vinalopó, que es uno de los ríos autóctonos más importantes de la región. Al norte del municipio, aprovechando que el río discurre a través de un angosto desfiladero en la sierra de la Torreta-Monastil, se encuentra el pantano de Elda. Dicha presa fue construida a finales del siglo XVII, siendo así una de las más antiguas de España y Europa. La presa fue destruida en una riada en el siglo XIX, fecha en la cual se levantó otra más moderna, pero de menor tamaño y capacidad. Actualmente las compuertas permanecen abiertas, sin que haya almacenamiento de aguas.
La ciudad se encuentra en una cuenca exorreica rodeada por un circo de montañas. Esto propicia la existencia de ramblas que desaguan las sierras de los alrededores, haciendo las veces de afluentes del río Vinalopó. En ocasiones, alguna de ellas cuenta con un curso irregular, aunque abundante de agua, convirtiéndose en algunas épocas en arroyos. También existen manantiales de agua, como el de Santa Bárbara o el de Cámara.
Por el margen oeste, provenientes de las sierras eldenses, se encuentran 3 ramblas:
Por el margen este, provenientes de la sierra del Cid y la Algueña, se encuentran tres ramblas:
La existencia del río y de sus numerosas ramblas afluentes, sumado al riesgo de lluvias torrenciales existente en la zona por sus características climáticas, hacen que el Vinalopó a su paso por Elda tenga un alto riesgo de crecidas e inundaciones. Es por eso por lo que el río cuenta con una cuenca con una capacidad muy superior a la media de caudal que suele llevar. En las últimas décadas han tenido lugar algunos desbordamientos importantes que han causado daños materiales, como en 1982, 1989 o 1997.
La zona en la que se encuentra enclavada Elda es relativamente joven en términos geológicos, ya que las formaciones más antiguas proceden del Triásico. En esa época los continentes estaban en formación y toda esta zona estaba cubierta por el mar de Tethys. Tiempo después, con el choque de las placas europea, africana, y el bloque mesomediterráneo, tiene lugar la elevación del terreno que permite el emergimiento de las tierras en todo lo que hoy es el sureste español. De esa era hay muchos afloramientos, característicos por su composición de arcillas rojas, mezcladas con yesos y sales, en zonas como el pie de Bolón, o el Desfiladero de Salinetas, donde incluso hay manantiales de agua salada.
El nombrado contacto con el mar, sumado al choque de placas y a la aparición en el cuaternario de un valle fluvial, hacen que la composición de los suelos del valle sea variada. Los materiales más comunes son arcillas, margas y calizas. De ese contacto marítimo provienen los afloramientos de yeso y sal. La elevación del terreno fruto de ese choque de placas, es el que acaba formando nuestras montañas, fundamentalmente compuestas de materiales calizos. Se pueden observar formas típicas de zonas calcáreas, como lo son las formaciones kársticas llenas de cuevas en la ladera sur de Bolón, o las formaciones dolomíticas en Marín. En Bateig se da un importante yacimiento de roca calcarenita, habiendo en algunas zonas incluso presencia de mármol, del que hay grandes explotaciones cercanas. También se dan dentro del municipio algunos yacimientos de cuarzos de tipologías apreciadas, como los Jacintos de Compostela. Más adelante, tras las diversas glaciaciones y sus periodos intermedios, alternando épocas climáticas desérticas con otras de grandes lluvias, la zona vivió un periodo de fuerte erosión. De esa forma, las margas y materiales blandos de las montañas son desgastados y transportados con el agua hacia el fondo del valle. Las montañas quedan escarpadas, a la vez que estos blandos producen grandes aluviones, que son los que generan las distintas capas arenosas que han ido creando el suelo fértil del valle.
La actividad sísmica en la zona es notable dada la proximidad del límite de la placa tectónica eurasiática y su fricción con la africana (véase tectónica de placas). Debido a esta situación, las provincias de Alicante, Murcia y las del extremo oriental andaluz, son las de mayor riesgo sísmico en la península. Aunque la mayoría de seísmos son de baja intensidad y no son perceptibles para la población, cada determinado tiempo la comarca es epicentro de algunos terremotos de intensidad media que generan alarma y en ocasiones, algunos daños materiales. Algunos ejemplos cercanos son el seísmo de 3’4 grados que sufrió Elda en 1999, que provocó daños en la estructura de algunos edificios, o el de 3’8 ocurrido en la Algueña en 2011, que fue notablemente sentido en Elda.[7] La peligrosidad sísmica de la región obliga a las construcciones a tener en cuenta determinadas medidas antisísmicas, en pro de minimizar daños en caso de repetirse grandes terremotos en la zona, como los ocurridos en la Vega Baja en el siglo XIX
El clima en Elda es típicamente mediterráneo, aunque debido a encontrarse en un emplazamiento interior, montañoso y de una altitud considerable por encima de 400 metros, tiene rasgos de continentalidad. En general, es un clima seco, de veranos largos y calurosos que provocan fuertes estiajes. Los inviernos suelen ser suaves, aunque siempre hay algunos episodios de heladas, y anecdóticamente, alguna nevada. La pluviometría es escasa, no sobrepasando normalmente los 400 mm anuales. La disposición norte-sur del valle, hace que los temporales de levante, que son los que más humedad dejan en la zona, se vean frecuentemente frenados por el gran macizo montañoso del interior de la provincia, en un claro ejemplo de Efecto Föhn, provocando que la aridez en el valle sea superior que en las comarcas de la vertiente oriental orientales de la montaña alicantina, donde descarga la mayor parte de precipitación. Los periodos donde más precipitación suele existir son la primavera, y especialmente, el inicio del otoño. En esa fecha suele producirse el fenómeno de la llamada gota fría, que puede provocar lluvias torrenciales que causan crecidas y graves inundaciones, como las que siglos atrás derribaron puentes y el pantano, o como las acontecidas más recientemente, en 1982 o en otros años posteriores, como 1997 y 1999.
Pese a que Elda está rodeada de grandes sierras, el reducido municipio no alberga grandes extensiones, no obstante, hay algunos espacios de valor.
Las zonas más boscosas del municipio se dan al norte y oeste del mismo, generalmente en las laderas umbrías de montañas como La Torreta, Marín, sierra Umbría y sobre todo Camara. También en valles y rincones húmedos entre dichos montes, en zonas como la partida de Toscana o el Pocico Alonso. En dichas zonas lo que más abunda es el bosque de pino carrasco y de coscoja. En zonas más altas y sombrías se encuentran también ejemplares de encina, sabina y madroño. En cambio, en las vertientes solanas de los montes, la masa arbórea es escasa, suelen haber algunos pinos, así como almendros y algarrobos procedentes de antiguos cultivos abandonados. Gana importancia el sotobosque. Las especies arbustivas más abundantes son las típicas de la zona, tales como el enebro, lentisco, romero, todo tipo de variedades de tomillo, jara, salvia, esparto, cardo, y una amplia variedad de pequeños arbustos aromáticos mediterráneos.
En las zonas húmedas junto al río crece otro tipo de flora muy distinta. En los extremos norte y sur del Vinalopó dentro del municipio, el Pantano de Elda y La Jaud, ambas zonas de desfiladero, angostas y húmedas, se han generado un bosque pantanoso de galería de tarays, declarándose espacio protegido al menos la primera de ellas. Con el aporte salino que desde hace dos siglos le dan al río las aguas de la Acequia del Rey, a orillas del cauce crecen grandes cantidades del conocido como arbusto salado, que en algunas zonas forma también una galería. En algunas zonas de ribera también hay cañaverales.
Las especies animales más habituales que podemos encontrar en Elda son las aves. Entre ellas, podemos encontrar viviendo en parques del entorno urbano a pájaros de pequeño porte, como el gorrión, el vencejo, el tordo, el mirlo, la paloma, o migratorias como la golondrina, que cada primavera viene desde África. Fuera de la ciudad, hay aves muy comunes como la perdiz, y algunas rapaces de mayor porte, tales como la lechuza, el halcón, el águila perdicera o algunas especies de cuervo. Todas ellas, pese a estar en peligro de extinción, tímidamente vuelven a repoblar los montes. Las especies de mamíferos se han visto más mermadas durante el último siglo, debido a la presión urbana, pero sobre todo a la caza y envenenamientos. Los más comunes que suelen habitar en el municipio son el conejo, la ardilla, la comadreja, la gineta, el jabalí o el zorro. En las últimas décadas se han expandido por la comarca los polémicos arruis, cabras africanas introducidas artificialmente. No obstante, ante el éxodo rural, tímidamente está volviendo a colonizar el valle la autóctona cabra montés. En la Torreta hay una zona conocida como La Lobera, que deja testimonio de la presencia del lobo en estas tierras, aunque hace un siglo que sus poblaciones fueron erradicadas en la zona.
Todo el curso del Vinalopó tiene un mal endémico con el río. Sus aguas de gran calidad son explotadas en su totalidad en el curso alto del mismo, impidiendo que el agua llegue a Villena y dejando tramos del cauce seco. Allí recibe como afluente la Acequia del Rey, que aporta aguas salinizadas y contaminadas, que hacen que la calidad de las mismas sea muy baja. El arrojo de aguas residuales y la acumulación de basuras junto al cauce, aunque descienden, son comunes en todo el valle. Hace décadas se constituyó la Estación Depuradora de Aguas Residuales de Elda, que recibe aguas de Elda, Petrel, Monóvar y Sax.
Se trata de una plaza rectangular que ocupa la parte central del barrio El Progreso. La primera piedra se colocó el 16 de enero de 1932 y el acto estuvo presidido por el último presidente de la república Alcalá-Zamora. La inauguración del monumento, realizado por el escultor segoviano Florentino del Pilar, se llevó a cabo el 7 de septiembre de 1932, fecha coincidente con la celebración del Centenario del nacimiento de Emilio Castelar, que pasó parte de su niñez en la localidad. En los actos de inauguración se contó con la presencia de Miguel de Unamuno, uno de los grandes intelectuales de la España del siglo XX.
Se trata de un pequeño parque de forma cuadrada, que se encuentra en la zona centro. Antiguo chalet privado y actualmente propiedad del ayuntamiento, se dedica a exposiciones de arte temporales, sobre todo de muestras de artistas locales.
Es un parque de forma rectangular, situado junto al Mercado Central. Se construyó a mediados de siglo XX sobre un antiguo cementerio, y durante años fue conocido como «la cruz de los caídos», debido al monumento que se encuentra en la parte superior del parque, en homenaje a los caídos durante la Guerra Civil Española. En la parte inferior del mismo, se encuentra un mural sobre la paz. Tras la muerte del presidente Adolfo Suárez, el parque fue renombrado en su memoria.
La plaza Mayor es una plaza porticada, situada en la zona centro de Elda. Fue inaugurada en 1994 como primera plaza Mayor de la Comunidad Valenciana. En ella se llevan a cabo actividades culturales diversas, como concursos de ajedrez, ferias del libro y la feria Emplazarte entre otras. Además de numerosos comercios y restaurantes, albergó los Cines Plaza, tres salas de minicines que en la actualidad permanecen cerradas.
Es una pequeña plaza cuadrada, situada en la confluencia de las calles Jardines y Juan Carlos I. Fue construida a principios de siglo XX y remodelada en 2 ocasiones. Está decorada con un mosaico de teselas blancas y azules, y posee una fuente en el centro de la misma. Nombrada así en homenaje al presidente Sagasta.
Es una plaza construida a principios de los 90 en la zona centro. En ella se encuentra el Monumento al Zapatero, en homaneje a todos los trabajadores de la industria zapatera eldense.
Es una plaza construida a finales de los 90 sobre los terrenos donde se encontraban los antiguos pabellones de exposiciones de la FICIA. En esta plaza se encuentran así mismo el Centro Cívico Social, el Museo del Calzado y el Hotel AC Elda; además de concentrar tres monumentos: El Monumento a la Familia Zapatera; el Monumento a la Aparadora y el más antiguo, el monumento de FICIA a la industria del calzado.
Es un parque arbolado de forma rectangular situado en el barrio de las 300. De ahí el sobrenombre popular con el que más se le conoce, Parque de las 300. Dentro del mismo se encuentra un pequeño parque infantil de tráfico y el Centro Polivalente de las 300.
Es una plaza de planta cuadrada situada en el barrio Nueva Fraternidad. En ella se encuentra un Centro Social para dicho barrio.
Es una rotonda que se encuentra en la confluencia de la avenida Reina Victoria con la calle Pablo Iglesias. En el centro de la misma se encuentra una farola de varios brazos.
La avenida de Ronda, la principal avenida de la ciudad, tiene un bulevar central. En él hay vías para paseo, carril bici, arbolado, fuentes decorativas, quioscos, etc. Fue reformado y reinaugurado en el 2010.
Se trata de un parque de reciente construcción, en la zona de la avenida de Ronda y Sector 9. Se trata de un jardín-corredor de forma rectangular y alargada. En la parte central del mismo se encuentra un mástil con la bandera de España y un monolito, en recuerdo de Miguel Mateo, eldense asesinado por ETA en los años 80.
Es un parque situado en el barrio de La Torreta. Este parque tiene una pinada, merenderos y espacios habilitados para realizar fuegos y barbacoas. Anexo al parque se encuentra un recinto donde se encuentran las piscinas municipales y otro con pistas deportivas. También se encuentra una ermita del santo que da nombre al parque, San Crispín.
En los años 80 se llevó a cabo un plan de reforma interior (PERI) para reorganizar toda la ribera urbana del río Vinalopó a su paso por el casco urbano eldense. El río fue encauzado en un canal de hormigón, y en las laderas se construyó un parque que se extiende desde la Tafalera hasta el Puente de Monóvar. Estos jardines tienen caminos y viales que son comúnmente utilizados para prácticas deportivas. El parque tiene 2 lagos, y varios puentes peatonales que comunican ambas orillas para los viandantes. En la parte norte del parque se encuentra el polideportivo de la Sismat.
Una plaza de planta cuadrada situada frente a las sede oficial de la comparsa y que el 23 de enero de 1999 fue inaugurada en su honor.
Los primeros indicios de asentamiento humano en la zona se remontan al Neolítico y se han encontrado en los parajes del Chorrillo y el Chopo. En aquella época, los pobladores solían habitar en lugares elevados, en laderas de montes y cuevas, donde se han encontrado utensilios, hachas de piedra, puntas de flecha, etc. Existen así mismo pinturas rupestres en el barranco del Gavilán, en la zona de Cámara, las únicas en el Vinalopó. Se han localizado varios poblados y yacimientos de la Edad de Bronce, de donde se han recuperado utensilios metálicos, ánforas o incluso restos humanos procedentes de enterramientos. Estos asentamientos estaban inicialmente en lugares montañosos, como el Monastil, o el Peñón del Trinitario en Bolón, pero con el paso del tiempo fueron descendiendo al valle y creando algunos otros asentamientos familiares a lo largo del río, como en La Jaud. Estos pobladores, que desarrollaron la metalurgia y la alfarería, estaban relacionados con los pueblos argáricos. Existe también un asentamiento fenicio cerca del pico de Camara, donde todavía hoy se pueden ver las ruinas de las murallas y restos de cerámicas.
Desde el siglo VI a. C. el contacto mantenido entre los pobladores locales con los griegos y fenicios, da lugar a un proceso helenizante con el que surge el pueblo íbero. En Elda, cobra una gran importancia el poblado del Monastil, donde está localizado el primer monasterio bizantino de la península ibérica. Se construye un importante poblado en lo alto del monte, a modo de oppidum, desde donde se controla el gran meandro del Vinalopó, un vado de gran valor estratégico. El Monastil se convierte desde entonces en un poblado de significativa relevancia dentro de la región de Contestania. En esta época cobra gran importancia la producción alfarera en el lugar.
En el año 236 a. C. en el marco de las guerras púnicas, las dos grandes potencias de la zona, Roma y Cartago, se disputan su hegemonía territorial. De este modo, los cartagineses colonizan el sureste de la península ibérica. El valle del Vinalopó, que queda dentro del dominio de Cartago, se encuentra en una extraordinaria situación estratégica, ya que era de paso obligado para desplazarse desde Cartagena a Sagunto, o en las batallas e invasiones hacia Italia. Hay numerosas reseñas históricas sobre las andanzas a través de estos valles, de los poderosos líderes cartagineses como Amílcar Barca, Asdrúbal y Aníbal. Según las leyendas, el primero pudo perecer ahogado en aguas del Vinalopó, cerca de Elche.
En el año 201 a. C. la República romana derrota a Cartago. Los nuevos colonizadores utilizan el ancestral paso del Vinalopó, que queda incluido en la importantísima Vía Augusta, que comunica Roma con Cádiz. De este modo la llegada de colonos comerciantes itálicos produjo una rápida romanización de la zona. Se desarrolla una agricultura más organizada, y sigue habiendo una importante producción de alfarería, con objetos con dibujos, grafías y relieves decorativos. Surge una notable producción del esparto y la cestería. Al encontrarse en una importante vía romana, y estar cerca de grandes puertos como Carthago Nova y Portus Ilicitanus, hace que el comercio tanto por tierra como por mar sea intenso.
Durante los primeros siglos romanos, el oppidum del Monastil (la parte más alta) sufre también una importante transformación, y la arquitectura y urbanismo se adecuan a sus cánones. El poblado se componía de una calle central, con casas a ambos lados. El desarrollo más importante de la población tuvo lugar dentro ya de la era cristiana, en los siglos I y II. En este periodo el poblado se expande a una zona llana al pie del Monastil, más accesible al río y a tierras agrícolas. La población no se limita al mencionado casco urbano, sino que empiezan a construirse diversas villas romanas en tierras llanas y fértiles a lo largo del río, en zonas como Arco Sempere y Las Agualejas. Poco a poco la cultura romana va calando, y se sustituye el alfabeto íbero por el latino, así como comienza a introducirse el latín como idioma. Es aquí cuando empieza a usarse para la población el nombre de Ad Ello.
En la primera división provincial romana, las tierras eldenses pertenecieron a la Hispania Citerior. En la división de Augusto en el siglo I, perteneció a la provincia Tarraconensis. En la última división, la de Diocleciano en el siglo III, se pasó a la provincia Cartaginensis.
En el siglo V, Roma entra en decadencia y desaparece como imperio. Hispania sufre una invasión de pueblos germánicos, entre ellos los visigodos. A su vez, en Constantinopla se había fundado un nuevo imperio, sucesor cultural de Roma. El Imperio bizantino intenta reconquistar la península, pero solo consigue hacerse con regiones del sureste. Se crea así la provincia de Spania, a la cual pertenece la población de Elo. Es durante esta época en la que comienza una paulatina expansión del cristianismo, y el núcleo urbano de El Monastil vuelve a recuperar importancia. En él se construye una importante Basílica paleocristiana, de la que se han encontrado sus ruinas, así como restos de una pila bautismal, o de un sarcófago de piedra con relieves bíblicos sobre Jonás. Probablemente, una vez más, el angosto vado del río a través de Elda la convierte en una importante posición estratégica y fronteriza entre los beligerantes bizantinos y visigodos.[12]
En el siglo VI, los reyes godos Leovigildo y Recaredo logran derrotar a los bizantinos, y toda Hispania queda unida en el Reino Visigodo, que tiene su capital en Toledo. El reino se convierte oficialmente al catolicismo, y la población de Elo, sobre el año 590, se convierte en sede episcopal, como así queda reflejado en los Concilios de Toledo, en los cuales aparecen nombrados los representantes de la Iglesia elotana.
En el año 711 el Reino visigodo sucumbe y los musulmanes invaden la península. Los pobladores del Monastil comienzan a huir hasta quedar deshabitado, quedando el territorio conquistado en poder del Califato Omeya de Damasco. Cuando el emir de Córdoba se independiza de Damasco, concede a Teodomiro, un noble visigodo de Orihuela, un pacto por el que pueda conservar sus posesiones. Así las tierras eldenses pasan a formar parte de la llamada Cora de Tudmir. Durante la invasión musulmana, el valle vuelve a poblarse lentamente, con la instalación de alquerías agrícolas en lugares donde habían estado las villas romanas, en tierras fértiles junto al río. Así mismo, el Monastil, llamado al-Munastir vuelve a estar poblado en este periodo. La zona sufre una completa islamización, y el idioma utilizado será el árabe. Políticamente, Al-Andalus vivió terribles convulsiones y guerras internas. Tras la fragmentación del Califato de Córdoba en el 1031, el valle pasó a formar parte de la Taifa de Dénia, y después un territorio fronterizo disputado entre otras taifas.
En 1147, el Imperio almohade, con musulmanes de origen bereber (y no de Oriente Medio como los anteriores), invade lo que queda de Al-Andalus, para tratar de unificar el territorio y frenar el avance cristiano. De este modo Elda queda gobernada desde Marrakech. En este periodo, sobre el año 1172, es cuando se construye el castillo de Elda, con un claro carácter defensivo, en una colina junto al río. Así pues, los habitantes abandonan definitivamente el Monastil, así como las villas y alquerías diseminadas por las orillas del río, y comienzan a concentrarse específicamente alrededor de la fortaleza, dando origen y forma al que es el actual casco antiguo. En él se construyen algunos hitos, como la Mezquita Vieja, situada en la Placeta de San Antón; la Mezquita Aljama, situada donde hoy la iglesia, o los Baños, junto al puente de Sax.
En el siglo XIII la Reconquista cristiana llega al valle. Las tropas de Castilla lideradas por el futuro Alfonso el Sabio, convierten en territorio vasallo la Taifa de Murcia, a la que entonces pertenece el Vinalopó. Castilla y Aragón pactan el reparto de las tierras reconquistadas en el Tratado de Almizra, en el que los tercios sur y oeste de la actual provincia de Alicante, quedan dentro de Castilla en 1243. Un año después, Castilla concede la propiedad del castillo y villa de Ella a un caballero llamado Guillermo el Alemán. Solo veinte meses después, este la cedió a los caballeros de la Orden de Santiago. La Villa de Ella perteneció a la orden militar más de una década, hasta que Alfonso canjeó la villa por otras, (quizá en 1256), para donársela a su hermano el infante Manuel, primer señor de Villena, uniendo un gran territorio en torno al Vinalopó, sirviendo este Señorío de Villena a modo de apanage. En 1264 tiene lugar una sublevación sarracena en todo el Reino de Murcia. Jaime I de Aragón, y a la sazón, suegro de Alfonso el Sabio, acude en su socorro y consigue claudicar a los moriscos de toda la zona, devolviendo el control de Elda a su señor. Don Bernat Amat (Caballero de la Casa de Claramunt y Cardona) es el primer señor barón. Tras su muerte, el control de la villa pasa a manos de Don Juan Manuel, el segundo señor, primer duque y único príncipe de Villena.
En 1294 estalla una guerra entre Castilla y Aragón, dado que el rey aragonés Jaime II quería hacer valer los derechos de su reino sobre Murcia. Las tropas aragonesas consiguen importantes victorias, penetrando más allá de los territorios pactados en Almizra, violando el tratado. Finalmente en el año 1304 Fernando IV de Castilla y Jaime II de Aragón firmaron el acuerdo de la Sentencia Arbitral de Torrellas por el que se ratificó la anexión militar de la Gobernación General de Orihuela, lo que dejó a Elda bajo soberanía del Reino de Valencia, y por tanto de la Corona de Aragón.
Durante el siglo XIV la propiedad del valle de Elda (en el que generalmente se incluía también Novelda y Aspe), cambió muchas veces de manos. Durante la Guerra de los Pedros, la comarca estuvo varias veces bajo dominio castellano. También se vivieron episodios de incursiones y saqueos provenientes del Reino de Granada, en la que las morerías alicantinas prometían sublevarse. En tiempos de paz, la propiedad recaía en la Corona, hasta 1336 en que Pedro II el Ceremonioso cedió el castillo y la villa al noble francés Beltrán Duguesclín. En 1383 se devuelve a la monarquía, y durante un tiempo, el valle se alterna entre manos de la Corona y de otros nobles extranjeros. En 1424 Alfonso IV vendió Elda al noble valenciano Jimeno Pérez de Corella, conde de Cocentaina, cuyos descendientes ostentaron el señorío durante casi un siglo.
El señorío, tras pertenecer a los Corella durante casi todo el siglo XV, hasta el 4 de septiembre de 1513, cuando debido a problemas económicos de la familia, fue vendido por 48 000 libras valencianas a Mosén Juan Coloma, originario de la ciudad aragonesa de Borja, convirtiéndose así en I Señor de la Baronía de Elda. En 1577, el rey Felipe II asciende la categoría nobiliaria del lugar, otorgando el título de conde de Elda —cuyo condado incluía Petrel y Salinas— a Juan Coloma y Cardona, nieto de Mosén. Enmarcado en el proceso de renovación de la alta nobleza en el Reino de Valencia y para conferir mayor estabilidad a su patrimonio, Juan Coloma creó para su hijo Antonio el vínculo de mayorazgo en 1581.
Del estado de la ciudad y su área circundante en 1517 da testimonio conciso pero de gran interés Fernando Colón:
En esta época, el castillo se convierte en palacio condal, se construyen las dos torres redondas, y en su interior dependencias palaciegas para la habitabilidad de la familia del conde. Así mismo, se procede a una paulatina cristianización de la villa, pese a que los cristianos viejos seguían siendo minoría. Así en 1528, siguiendo una Orden Real de Carlos I, se transforma la mezquita mayor en un gran templo católico para la villa, la iglesia de Santa Catalina Mártir, que poco después sería rebautizada bajo otra advocación, como iglesia de Santa Ana. En 1562 se fundó también un convento franciscano, el Convento de Nuestra Señora de los Ángeles.
Tras la caída de Granada, los moriscos eran forzados a convertirse a la fe cristiana, a usar las lenguas latinas, y a usar las vestimentas propias de la zona. Pese a que oficiosamente la mayoría se convertían, después seguían profesando en privado el islam. A finales de la centuria de 1500, comienza a crecer el descontento, sobre todo en regiones como Valencia en la que los mahometanos suponían aun una gran masa de población. La rebeldía de estos a adoptar la fe y costumbres cristianas, acaba desembocando en que la corte de Felipe III, promulga un decreto de expulsión. El 22 de septiembre de 1609 se decreta la expulsión de los moriscos del Reino de Valencia, a los que se les da tres días para acudir a los puertos dispuestos para tal caso. Así pues, los moros de Elda y del resto del Vinalopó se trasladaron al puerto de Alicante, donde a primeros de octubre embarcaron rumbo a la ciudad de Orán, posesión española en África.
Los moros de Elda y Novelda, se conoce que fueron reubicados en las ciudades de Tremecén y Mostaganem. Los provenientes de Valencia supusieron un activo para las tierras moriscas africanas, pues exportaron allí todos los conocimientos relativos a las labores agrícolas y de regadío que desarrollaban aquí. Mientras tanto, Elda sufrió una gran crisis económica y demográfica, dado que los moriscos suponían la mayor parte de la población. De los 2200 habitantes, se pasó tras la expulsión a cerca de 600, por lo que muchas tierras y casas quedaron abandonadas.
Ante la flagrante despoblación de la villa, el II Conde de Elda, Antonio Coloma, dicta la Carta Puebla de la Villa de Elda, el 11 de noviembre de 1611. Tras la proclama de la misma, llegan a Elda nuevos pobladores del Marquesado de Villena, y de lugares limítrofes tales como Alicante, Agost, Muchamiel, Onil o Aspe, entre otros. Se tardaron más de treinta años en volver a recuperar el volumen demográfico. En la carta, se detallan las condiciones para la habitabilidad en Elda, definiéndose como un sistema de corte feudal, en el que la jurisdicción de las tierras quedaba a cargo del Conde, al cual los arrendadores de las mismas deberían pagarle los diezmos de la producción.
Durante las centurias de 1500 y 1600, en las que la economía estaba basada en la agricultura, se dan numerosos conflictos y litigios con la justicia relativos al reparto de las entonces abundantes aguas de Villena, cuyos acuíferos y fuentes abastecían todo el Vinalopó hasta Elche desde que era una sola unidad feudal bajo el Señorío de Villena. Los manantiales de Elda no siempre eran suficientes, o no siempre aportaban agua, o el uso de la misma estaba disputada con los regantes de Petrel. Elda compró derechos de la Fuente del Chopo, en Villena, pero igualmente había continuos litigios por no respetar lo pactado, entre Villena, Sax, Elda, Novelda, incluso Elche que tenía derechos desde tiempos de Don Juan Manuel, en lo relativo a los acuerdos sobre usos también de aguas del río. Estos conflictos se solucionaron en parte con la construcción del pantano de Elda, una presa de gravedad, situada en el Charco de Domingo, en el cañón que se forma junto al Monastil. La obra queda finalizada en 1698, lo que permite una mayor estabilidad al regadío eldense.
El siglo XVIII no comenzó con buena fortuna para la villa. El quinto conde de Elda, Francisco Coloma Pujades -quien según el historiador Lamberto Amat, no profesaba buena voluntad hacia Elda-, firmó un documento en el consejo local el 12 de diciembre de 1703, en el cual se definían los términos territoriales dentro del condado. Las fronteras se trazaron de forma arbitraria, sin ninguna justificación (pues no había divisiones ni referencias previas). De este modo, a la villa de Elda, siendo la cabecera del condado, se le otorgó el término territorial más pequeño, de algo más de 44 km². A Salinas se le otorgó un 50 % más de terreno que a Elda, pero donde más conflicto se generó, fue en la frontera trazada con Petrel. A la vecina villa se le otorgaba un territorio que era doble y mitad que el eldense, quedando la línea divisoria alejada varios kilómetros del núcleo petrelense, pero casi pegada al casco de Elda, lo cual marcaría para siempre el futuro desarrollo de la ciudad. Se perdieron también importantes terrenos tradicionalmente eldenses, como el Marquesado de la Noguera, donde estaban el manantial de agua y la Ermita de Santa Bárbara.
El siglo comienza con un gran conflicto para España. La muerte sin descendencia del rey Carlos II, dio lugar a la Guerra de Sucesión Española, una larga guerra internacional en la que se enfrentaron los dos pretendientes al trono, el francés Felipe V y el archiduque Carlos de Austria. Durante la contienda, los únicos austracistas fueron el conde de Elda, y un grupo de vecinos de la calle la Tripa. Mientras, el resto de la población local se mantuvo fiel al rey Felipe, llegando a formar parte de la junta de defensa llamada Unión de Castalla.
Una vez más, el paso natural que supone el Vinalopó entre la meseta y el mar, situó Elda en un frente de guerra. En 1706 todas las defensas borbónicas del valle estaban bajo mando del mariscal irlandés Daniel O’Mahony, que guareció sus tropas en Villena. Sin embargo las tropas austracistas que desembarcaban desde el mar, llegaron a Elda el verano del mismo año. De este modo, los ingleses enviados por orden del conde de Peterborough, tomaron la villa el 9 de agosto, a manos del brigadier Richard Gorges, según una narración de P. Lorenzo López:
El 5 de octubre, las tropas borbónicas entran en Elda, lideradas por el mariscal Medinilla, el cual cobró un tributo de rescate, a la par que se reconstruían las defensas. Durante los próximos meses, al estar la villa en paso fronterizo, se suceden las invasiones y escaramuzas de ambos bandos, estando la plaza en manos de unos u otros. A comienzos de 1707, el duque de Berwick, proveniente victorioso de plazas cercanas, toma el poder en todo el valle. Sin embargo en febrero, tropas austracistas desembarcadas en Alicante, entre quienes se encontraba el conde Fco. Coloma, toman Elda y alrededores con unos 6000 hombres, que se disponían a avanzar sobre Villena. El valle volvía así a quedar dominado por fuerzas inglesas. Hasta abril, cuando las fuerzas superiores del duque de Berwick vuelven a tomar Elche, Elda y el resto del Vinalopó, en una oleada que culminaría con victoria en la batalla de Almansa, poniendo el punto final al dominio austracista en el Vinalopó, y poco después en todo el Reino de Valencia.
El 29 de junio de 1707 se publica el Decreto de Nueva Planta, por el cual los fueros regionales quedan abolidos, y se asume el gobierno de un reino centralizado, con unificación de leyes. Cambia así mismo el ordenamiento municipal, sustituyéndose por un nuevo consejo de gobierno local similar al actual, compuesto por un alcalde, regidores y un síndico. Las autoridades de Elda hicieron constar a la corte real los esfuerzos llevados a cabo por la villa en apoyo de la causa borbónica. De este modo, mediante el Real Decreto de 23 de mayo de 1713, se concede a Elda el título de Fidelísima villa, con el cual se gana el derecho de incluir en su escudo una Flor de Lis, símbolo de la dinastía Borbón. Así mismo, fue condonada una abultada deuda contraída por la guerra. El conde de inicio fue considerado traidor, aunque unos años más tarde le fueron restituidos sus bienes confiscados.
El 2 de mayo de 1808 estalla la Guerra de la Independencia, contra la ocupación de España por tropas de Napoleón. Días después de los sucesos, la Capitanía de Valencia daba orden a las gobernaciones de levantarse contra el rey ocupante José I. El levantamiento es promulgado en Elda por el entonces alcalde, José Verdú Mirambell. Tras el bando de reclutamiento, 144 eldenses se alistaron en aquella primera quinta. Dado que la guerra tomó un carácter de guerrillas, se ordenaba la creación de juntas locales de defensa, pero estas fueron difíciles de formar en la zona, debido a la escasez total de recursos. El alcalde solicitó a la Gobernación de Orihuela el envío de fusiles, pero estos nunca llegaron, y el gobernador pedía que las milicias fueran armadas con chuzos, palas, hachas o cualesquiera armas. Ante tal falta de medios, la milicia local de Elda no pudo ser creada. Si se estableció no obstante un punto de vigilancia en La Torreta, desde donde se controla el vado del angosto valle.
En enero de 1812 las tropas francesas entran en la zona. Los españoles se retiran, debiendo dejar el general Martín de la Carrera dos escuadrones en Elda, pero ante el caos esto no sucede, y el valle queda libre, adentrándose el general Montbrun desde Almansa, ocupando cada pueblo hasta asediar Alicante. Durante aquel año de ocupación, el ejército francés llegó a entrar en Elda hasta 79 veces, para llevar a cabo expropiaciones de elementos de la entonces rica huerta eldense. Los ocupantes hicieron pagar a Elda 50 000 reales en metálico en abril y en junio. En sus incursiones confiscaban pan, harina, vino, aceite y piensos para caballos, por valor de casi 750 000 reales. También hay constancia de que se tomaban rehenes, hacia los que luego se exigía cobrar un rescate. Sin embargo en algún texto de la época, se relata que Elda fue conocida por ser una villa bastante pacífica con el francés. Otro de los problemas era el de propios guerrilleros españoles, que a través de caminos y poblaciones, se dedicaban al bandolerismo. El 13 de abril de 1813 tiene lugar la batalla de Castalla, donde una coalición aliada de miles de soldados españoles y británicos, consiguen derrotar al mariscal Suchet, comenzando así la liberación de toda la zona alicantina.
El resto del siglo XIX vivió una sucesión de terremotos políticos. El año 1833 se crean las provincias, quedando Elda incluida en la provincia de Alicante. El mismo año estallaba la I Guerra Carlista, que pese a no tener mucho apoyo en la zona, sí hizo vivir algunos conflictos con algunos insurgentes de la comarca, así como las escaramuzas protagonizadas por tropas del guerrillero Domingo Forcarell, que atravesó el valle en alguna ocasión. En 1844 tiene lugar una insurrección progresista con la intención de extenderse por todo el sureste. El 5 de febrero, tropas rebeldes comandadas por Pantaleón Boné sufren un choque con el general Pardo en las afueras de Elda (entre Santa Bárbara y La Torreta), que es conocida como batalla de Elda, o de Boné. En ella se enfrentaron cientos de hombres, en los que colaboró activamente la Milicia Nacional de Elda en favor de las tropas del gobierno. La ayuda del capitán-general Roncali dio por vencida la batalla el día 7.[21] El año 1873 es especialmente difícil. A la Tercera Guerra Carlista, hay que sumarle la rebelión cantonal, dos graves conflictos que afectan especialmente a la región. De ambos asuntos tuvo que hacerse cargo el ciudadano eldense más célebre, Emilio Castelar, presidente durante la Primera República,.
Fue un siglo también de tragedias naturales. Aún no se había reconstruido la presa del pantano, derribada en una riada, cuando una nueva inundación en 1884 arrambló con puentes y molinos en la villa, dejando 5 muertos en las orillas del río. En esta época se viven los episodios más negros de la historia eldense, acontecidos por las epidemias de cólera. El 5 de agosto de 1855 comienza un brote, pero la noche del 6 al 7, súbitamente son más de 800 los infectados, creando una situación de pánico en la villa. Es conocida esta fecha, en la que los vecinos atemorizados, piden al cura sacar en procesión rogativa a la Virgen de la Salud y el Cristo del Buen Suceso. Según relata Lamberto Amat, la mortalidad de aquel brote fue menor en Elda.[23] En 1885 tiene lugar una nueva epidemia, aún más virulenta que la anterior. Durante el 12 y el 17 de julio fallecen al menos 334 vecinos, casi un 10% de la población.
No obstante, la segunda mitad del siglo puede considerarse un periodo ilustrado y de grandes cambios para la villa. En 1858 entra en funcionamiento el ferrocarril Madrid-Alicante, del que Elda, siendo un importante punto del camino, contará con una estación, que contribuirá en gran medida a su apertura y desarrollo. Es una época de gran auge cultural, donde surgen notables eldenses en el mundo de la sociedad local y nacional, políticos, juristas y escritores, de la talla de Emilio Castelar, Juan Rico y Amat, Sempere Guarinos, Lamberto Amat o El Seráfico. Se desarrolla el tejido cultural local, se funda la banda de música Santa Cecilia en 1852, se comienzan a celebrar las fiestas de Moros y Cristianos y se imprime el primer periódico local El Bien General en 1887. Al mismo tiempo, en el marco de la II Revolución Industrial, empiezan a sustituirse los pequeños talleres de zapateros y alpargateros por grandes fábricas de calzado de piel.
El siglo XX es el de la expansión definitiva de Elda. Comienza un periodo de progreso, con el surgimiento de una clase media, y una incipiente burguesía local. En el 1900 llega la electricidad a casas y calles, de manos de La Eléctrica Eldense. Este gran avance contribuirá así mismo a la mecanización y la industrialización a gran escala del calzado. La población comienza a crecer rápidamente, como el tejido social. En 1901 se funda el Casino Eldense. En 1904 tienen lugar diversos acontecimientos se funda el Teatro Castelar. Se funda la Gran Peña, así como publicaciones de prensa local, se funda la Cruz Roja eldense, y llega por primera vez la instalación de la línea telefónica. Pero el hito que marca la explosión demográfica y económica de Elda, tendrá lugar ese mismo año 1904, cuando el presidente del gobierno Antonio Maura, tras una calurosa acogida a su paso por la villa, intercede con el rey Alfonso XIII para que este conceda a Elda el título de ciudad, como narra el Real Decreto:
Durante las dos primeras décadas hay un crecimiento económico y social, que se traduce en gran crecimiento poblacional a partir de 1920. Se fundan el CD. Eldense, el Banco de Elda y otras sociedades. En 1932 el presidente de la república Alcalá-Zamora visita Elda para colocar la primera piedra en el monumento a Castelar, en la plaza del mismo nombre, y en el centenario del nacimiento del célebre personaje, recriado en esta ciudad, se inauguró dicho monumento y la plaza, contando con la presencia de Miguel de Unamuno. No obstante hay un capítulo negro en estos trepidantes años de crecimiento. En 1918 Elda no escapa a la terrible epidemia de gripe de 1918 que asola Europa, y entre agosto y noviembre fallecen 51 eldenses contagiados.
En julio de 1936 comienza la Guerra Civil Española. El verano de ese año resulta especialmente violento en Elda. Durante las primeras semanas, miembros de organizaciones de izquierdas, fundamentalmente de CNT-FAI, cometen asaltos y saqueos a viviendas de empresarios, médicos o importantes comerciantes de la ciudad, muchos de los cuales huyen. Se cometieron numerosos asesinatos, entre ellos a un grupo de guardias civiles, a 28 personas ideológicamente opuestos a su causa, o simples vecinos practicantes católicos. Fueron fusilados además algunos personajes célebres, como el escritor y farmacéutico Maximiliano García Soriano, el párroco de la iglesia de Santa Ana, Luis Abad, o el gobernador de Zaragoza, el eldense Ángel Vera. La iglesia fue así mismo saqueada, incendiada y derribada, quemándose las imágenes de los Santos Patronos y los retablos existentes. En agosto del mismo año se funda el SICEP (Sindicato de la Industria de Calzado de Elda y Petrel), y a través de esta formación se integraron fabricantes de Elda y Petrel por deseo expreso de sus propietarios o representantes legales.[28] En 1937 se creó la Cooperativa Obrera de la Industria del Calzado y Similares (C.O.I.C.S.) que había cambiado su nombre anterior conocida como Industrias Socializadas del Calzado C.N.T. y en las que se integraron fábricas expropiadas por los trabajadores, tanto en Elda como en Petrel Numerosos eldenses adeptos al régimen partieron a los diversos frentes de guerra, donde algunos registros hablan de unos 60 republicanos y 5 nacionales muertos, mayormente en las Batallas de Teruel y Extremadura.[30]
Durante la contienda, al quedar Elda alejada de los frentes, se convirtió en una importante ciudad de retaguardia de la zona republicana. Pese a que se construyeron varios refugios antiaéreos, aun existentes en la actualidad, la ciudad no llegó a sufrir ningún bombardeo. Muchas industrias adaptaron su producción a materiales militares, se instalaron varias fábricas de armamento y blindajes, como que la Unión Naval de Levante tuvo junto la estación, donde se montaban blindados UNL-35.[32] Se ubicaron varios hospitales de guerra, como en el Casino o el Chalet de Porta, donde se recibían los heridos de los frentes. Así mismo, había casas de acogida para cientos de refugiados de Madrid. Al ser una zona alejada de los frentes preferentes, la llegada de recursos fue muy escasa, las colas en panaderías y carnicerías duraban el día entero. Desde 1937/38 la falta de alimentos y la desorbitada inflación, provocaron un grave problema con el hambre, hasta el punto que el ayuntamiento envió una misiva al gobernador refiriéndose a los niños eldenses como hijos famélicos y abocados al raquitismo. Muchas familias salían a realizar trueques de manufacturas por alimentos, en provincias limítrofes, sobre todo Albacete, donde podían abastecerse de harina.[34]
Al final de la guerra, en febrero de 1939, la posición estratégica de la ciudad, hace que Elda acabe siendo de facto la última capital de la II República. El presidente Juan Negrín se escondió en la finca de El Poblet (Petrel), cercana al pantano, la cual recibió el nombre en clave de Posición Yuste. Así mismo, también se alojó en la ciudad el politburó del PCE, con la mayoría de miembros más destacados, como Dolores Ibárruri, Vicente Uribe, Enrique Lister, Hidalgo de Cisneros, Álvarez del Vayo, Rafael Alberti, Juan Modesto, o los famosos comisarios soviéticos del Komintern Stepanov, y Palmiro Togliatti. Se escondían en chalets y casas acomodadas de la burguesía local que fueron incautadas, en Ciudad Vergel, y en la salida de la carretera de Alicante, lugar que se conoció como Posición Dakar. Se celebraron consejos de ministros, y las Escuelas Nacionales (Padre Manjón), fueron desalojadas para albergar sedes ministeriales. En Elda tuvieron lugar importantes reuniones, como las mantenidas entre el presidente Negrín y el coronel Casado, quien días después protagonizaría un golpe en el seno republicano que provocaría la derrota definitiva de su bando.
El 6 de marzo, tras celebrar la última reunión en España del gobierno republicano, todos los dirigentes comunistas se enteran del golpe de Casado. Deciden huir del país, y abandonaron Elda para dirigirse al entonces aeródromo militar del Hondón, en Monóvar, desde donde huyeron en aviones hacia Orán y Toulouse. El 26 de marzo se lanza la ofensiva final. El último ayuntamiento republicano se disolvió al día siguiente, y el día 28, varios miembros locales del bando nacional se hicieron con el control del mismo. El día 30 hicieron entrada en Elda las tropas italianas de la División Littorio, comandadas por el general Gambara, que tras dar como tomada la ciudad, y cerciorarse de la no presencia de mandatarios republicanos en sus últimas posiciones, prosiguieron hasta tomar Alicante, dando así por finalizada la guerra.
Tras los duros años de posguerra, marcados por la escasez, el aislamiento y el estancamiento económico… a partir de los años 1950 tiene lugar la época del desarrollismo. La industria del calzado vuelve a vivir una época dorada, las fábricas se multiplican, al tiempo que se vive una explosión demográfica sin precedentes en la provincia. Miles de familias llegadas de toda España vienen a Elda, a la vez que crecen rápidamente los barrios de aluvión. La ciudad se convirtió en pionera, con la fundación en 1960 de la primera Feria Internacional de Calzado en España, hecho que marcará definitivamente la posición de Elda como capital nacional del calzado en aquellos años.
Tras la restauración democrática de 1977, se comienzan a regenerar algunos espacios urbanos. Se construyen servicios como el Hospital General en 1983, el nuevo Mercado Central en 1984, o más adelante hitos urbanos como la avenida de Ronda en 1993, la plaza Mayor en 1994 o el Museo del Calzado «José María Amat Amer» en 1999, inaugurado por la infanta Elena. En los 80 la FICIA se convirtió en IFA, Institución Ferial Alicantina, siendo el único palacio de congresos de la provincia. Sin embargo a principios de los 90 la institución ferial se traslada a Torrellano, y comienza el declive local. Durante las décadas de los 1990 y 2000 la ciudad vive un largo periodo de estancamiento económico y poblacional. La crisis que sufre el calzado debido a la feroz competencia del mercado asiático y la deslocalización ha lastrado la industria local, que se ha visto más agravada desde el inicio de la crisis económica general desde 2008. Otros aspectos también han influido, como la gran degradación que sufre el casco antiguo y sus barrios aledaños, la creación de guetos de marginalidad, el tráfico de drogas, o episodios de grave inseguridad ciudadana como los vividos entre 2000-2003, han provocado que ese estancamiento se alargue en el tiempo. Esa tendencia se ha revertido algo desde el inicio de la última década, al crearse nuevas áreas de expansión urbana con mayor calidad de vida y regenerarse algunas zonas del centro urbano.
Desde el Neolítico, la agricultura ha sido la base principal de subsistencia de los pobladores de este valle. La base principal del cultivo eran los cereales como trigo, cebada, escanda, avena y centeno. Históricamente se daban las dos especies frutales mediterráneas más típicas, la vid y el olivo, tal como podemos ver en las vasijas íberas del Monastil, que reflejan la producción de vino y aceite de oliva. Se recolectaban otros frutos de árboles de secano, como bellotas y algarrobas. Se daban algunos otros frutales, como la granada, la higuera o la palmera datilera, así como algunas legumbres, como la lenteja, el guisante, el haba o la almorta. También se puede destacar la recolección de hierbas aromáticas, como el tomillo, romero, salvia, etc.
Con la romanización, y sobre todo más adelante con la llegada de los moriscos tiene lugar un mejor aprovechamiento de las fértiles vegas del Vinalopó, con la construcción de algunas acequias y acueductos, que introdujeron más frutales de regadío, como la pera y el albaricoque. En las zonas alejadas del río y las terrazas construidas en las faldas de las montañas, se daba cada vez más el cultivo de la almendra. Pero la verdadera explosión del regadío llegó en el siglo XVII con la construcción del pantano. Desde entonces, a la par que la producción de algunos cereales secanos caía, comenzó a subir con fuerza el cultivo del panizo, que demanda más agua, así como todo tipo de hortalizas y otros frutales. El botánico valenciano Cavanilles, destaca en sus escritos de finales del XVIII la gran importancia del campo eldense, y el esmero con que se cultiva. Otros cultivos y recolecciones que han gozado de importancia a lo largo de los años han sido el del anís, la barrilla, pero sobre todo el del esparto y el lino, para la producción de fibras.
En 1803, por orden del rey Carlos IV, tiene lugar la construcción de la llamada Acequia del Rey, que tiene como objetivo canalizar hacia el río Vinalopó las aguas de la Laguna de Villena para desecarla. Dicha laguna contiene un alto contenido en sales, lo que propicia un aumento de la salobridad de las aguas del río y por ende, los cultivos empezaron a decaer. Al tiempo, los transportes hacían que los cereales cultivados en Castilla, hicieran innecesaria la producción local. Al mismo tiempo la escasez provocada por la sobrexplotación del esparto, acaba con el abandono de aquella labor.
En el S.XX con la construcción de canalizaciones de agua modernas provenientes de la sierra de Salinas, el problema de la contaminación y salinidad de las aguas del río se mitiga. No obstante, hoy en día la producción agrícola se da únicamente en pequeños campos familiares para el autoconsumo, o para la venta de algún comercio local, por lo que como actividad económica es inapreciable.
Desde la antigüedad, incluso en el medievo, está documentada la presencia en el valle de especies de caza relativamente abundantes, tales como jabalí, ciervo, conejo o perdiz, así como otros tiempos en los que la pesca en el Vinalopó, y en el pantano, era abundante.
Paralelamente también se desarrolló una actividad ganadera, si bien mucho menos importante que la agrícola. Entre las que cabe destacar la cría de aves, cabras, ovejas, vacas, cerdos y caballos. Cabe destacar igualmente la apicultura y producción de miel. Con el tiempo, la ganadería más tradicional del valle ha sido fundamentalmente el ovino, así como la producción de la lana. Hoy día la labor ganadera es familiar y anecdótica.
Desde hace siglos, pero sobre todo desde el siglo XIX, ha tenido lugar en la sierra de Bateig una importante explotación cantera de piedra calcarenita, que sigue estando totalmente activa hoy en día. La explotación de piedra de Bateig goza de una importante calidad y fama internacional. Ha sido utilizada en la construcción de importantes edificios históricos a nivel nacional, tales como el Ayuntamiento de Valencia, o el Ayuntamiento de Madrid, la Biblioteca Nacional, o la Catedral de la Almudena. La exportación internacional de esta piedra hace que esté presente en construcciones de todo el mundo, en lugares tan destacados como puedan ser el aeropuerto de Singapur, o el edificio más alto del mundo, el Burj Khalifa de Dubái.[41]
Las primeras instalaciones con procesados que existieron en Elda son las almazaras que datan de época íbera y romana, que estaban destinadas a la producción de vino y aceite. En la época morisca, comienza a aprovecharse el potencial hidráulico del río y se instalan dos molinos de harina. A finales del siglo XIX existían hasta once molinos harineros, localizados a lo largo del valle, en zonas como el Chorrillo, Horteta, Alfaguara o la Jaud. Durante el siglo XVIII tiene una relevante importancia la industria del papel. El diccionario de Madoz ya nombra siete molinos para producir papel de estraza, y el Molino de Tormo, que era el único que producía papel blanco. Años más tarde la producción e incluso exportación de papel blanco para oficina ganaría importancia, hasta que a mitad del XIX la industrialización a gran escala del papel hace decaer los molinos eldenses.
En 1793, dice Cavanilles que existían en Elda siete fábricas de alcohol, que elaboraban una significativa cantidad de aguardiente que se destinaba a la exportación. También hubo algunas industrias menores, de fabricación de tejidos de lino y cáñamo, o una fábrica de jabones, que aprovechaba la producción eldense de barrilla. Al comienzo del siglo XX, el río también sirvió para la producción de energía hidroeléctrica, en la famosa Fábrica de la Luz, junto al Monastil.
La abundancia del esparto en los montes de la zona, propició una intensa actividad en la elaboración de productos artesanales hechos de esta fibra. Primeramente, esta labor era un complemento para las clases más pobres, pero paulatinamente esta artesanía que se fue profesionalizando. Entre los siglos XVIII y XIX había ya una infraestructura industrial dedicada al esparto, compuesta por balsas para el remojo, y fábricas donde nuevamente se utilizaba la fuerza motriz del agua con martinetes para majar las fibras y se pudieran trabajar. Se elaboraban todo tipo de útiles de este material, cuerdas, cestas, felpudos, también alpargatas, pero sobre todo, se vendía gran cantidad de esparto majado a zonas en las que se fabricaban redes, cabos o alpargatas en cantidades notables, ya que Elda no sobresalió por la elaboración de ese tipo de calzado. Su posterior industria no provino, como en otras villas y ciudades zapateras, de la fabricación de ese tipo tosco de alpargatas de esparto que en Elda recibía el singular nombre de «alborgas».
La industria del calzado eldense no evolucionó de la de alpargatas, ya que este calzado apenas se realizó en la villa. La actividad zapatera aparece por la venta de zapatos hechos a mano en los mercadillos de los pueblos colindantes. La creación de pequeños talleres obedecía a la necesidad de sustituir una actividad agrícola diezmada por la salinización de las aguas del río Vinalopó,[44] con la creación de manufacturas zapateras a finales del XIX y dando paso a la consolidación de una industria del calzado a gran escala. Comenzaron a surgir por toda la ciudad pequeños talleres de calzado de piel, más moderno y confortable. Al principio todo eran zapateros artesanos, lo que se conoce como zapatero de silla, que vendían sus productos individualmente en las ferias de la región. Sin embargo a finales de siglo comenzaron a construirse grandes fábricas más especializadas, de la mano de pioneros emprendedores como Silvestre Hernández, Rafael Romero, Pedro Giménez, Rodolfo Guarinós, Casto Peláez, Pablo Guarinos y otras familias como los Vera, Bellod o Aguado. Con la entrada del siglo XX llegó la electricidad. Las fábricas cambiaron a un proceso de producción dividido en partes, al que se suma el trabajo en cadena y la mecanización (por ej. la gran importancia que tuvo la máquina de coser Singer), lo que provoca que durante el primer cuarto de siglo, la producción zapatera ya ocupase el tercer lugar en la industria provincial. A partir de 1914 con el estallido de la Primera Guerra Mundial, el calzado eldense sufre un nuevo impulso. La caída drástica en la producción de otros países, así como los encargos de calzado militar para el ejército francés, provocan un aumento notable de la industria zapatera local.
Durante la Guerra Civil, al quedar Elda bajo zona republicana, la industria sufre importantes pérdidas. No solo por la contienda en sí, además porque las fábricas sufrieron expropiaciones, colectivizaciones, y muchos propietarios e industriales fueron perseguidos y huyeron de la ciudad. Tras la guerra y tras dos décadas de estancamiento, tiene lugar la creación en 1960 de la FICIA (Feria Internacional del Calzado e Industrias Afines), gracias entre otros a Roque Calpena; coincidiendo en el tiempo se creó también la C.I.C. (Cooperativa de la Industria del Calzado) que daría paso a Elda Exportadora, que daría un impulso importante a las ventas de calzado en el extranjero. La construcción de un gran palacio ferial, la creación del CEPEX (Centro Promotor de Exportaciones) y el INESCOP (Instituto Español del Calzado y Conexas) supusieron en conjunto el impulso definitivo para la industria, y consolidaron a Elda como una importante capital zapatera. El número de grandes fábricas se multiplica y la exportación internacional a gran escala, sobre todo a América y Alemania, supone un gran boom económico y demográfico para la ciudad.
A partir de los años 1970, debido a los periodos de crisis en los países importadores de los que se tenía gran dependencia, la industria zapatera comienza una época de estancamiento. La producción empieza a atomizarse, algunas de las más grandes fábricas comienzan a cerrar, a la vez que surgen nuevamente pequeños talleres que adquieren por separado los diferentes procesos del zapato. Con la excusa de reducir costes para poder seguir fabricando, otros comienzan a dar faena a domicilio, sobre todo a mujeres, que realizan en sus casas las labores de doblado y aparado. Esto da comienzo al surgimiento de una importante economía sumergida, que está presente también en nuestros días (70 % de la industria).
Desde los años 1990, la deslocalización empresarial a China, el traslado del pabellón ferial a Elche y la llegada más tarde de calzado de bajo coste de fabricación china supuso el inicio de una gran crisis en esta industria y en toda la ciudad. El calzado ha tenido que reconvertirse, y apostar más por la calidad que por la cantidad.
Desde los años 1980, la industria vive una nueva reestructuración. Se construye el polígono industrial Campo Alto, donde la mayoría de empresas se trasladan y crean instalaciones más amplias y modernas. Con esto, no solo se consigue que la mayoría de fábricas de calzado salgan del núcleo urbano, sino que además se ofrece suelo para la implantación de industrias alternativas. Pero quizá lo más importante de este polígono fue la declaración de Polígono de Preferente Localización Industrial, lo que propiciaba la obtención de subvenciones a fondo perdido para las empresas que se instalasen en él, además de beneficios fiscales[47] En la década del 2000, se abren dos nuevos polígonos más, Finca Lacy y Torreta-Río. La apuesta por crear suelo industrial en pro de una mayor diversificación, ha instalado en la ciudad industrias de todo tipo, ya sean alimentarias, de caucho y látex, metalúrgicas, de biodiésel o de fabricación de aerogeneradores. No obstante, el calzado sigue siendo el principal pilar de la industria local.
En el primer tercio del siglo XX el fulgurante crecimiento de la exportación industrial permite la llegada de divisas a la ciudad, lo cual empieza a fomentar el comercio local. En el año 1924 se creó la Asociación Patronal de Fabricantes de Calzado de Elda y Petrel, el primer intento serio de creación de una colectividad en favor de los intereses de la industria. Significativa es la apertura de sucursales de la banca, que tenía sus oficinas en la calle Nueva. En el año 1933 se fundó el Banco de Elda, por iniciativa de un grupo de fabricantes de calzado e industrias afines y profesionales liberales, asesorados por el que también sería el forjador de la SICEP, Tomás Guarinos Maestre, que sería su primer consejero-secretario,[49] y que concedía crédito a la industria local, siendo absorbido por otra entidad mayor décadas más tarde.
Desde los años 1960 hasta finales de los 1990, la ciudad vivió una época dorada como capital de interior. Fue significativo el gran crecimiento y variedad del comercio local, así como la amplia oferta en el ocio de fin de semana. Un gran número de cines, bares, pubs, discotecas, actuaciones musicales y teatrales, y salas de baile, atraían cada semana a miles de vecinos de la comarca y de otras ciudades más lejanas, tales como Villena, Yecla, Almansa o Castalla. Entre los 1980 y 1990, y sobre todo tras la apertura de la autovía, comenzaron a instalarse en la conurbación todo tipo de concesionarios de vehículos, hipermercados y de grandes superficies, que si bien perjudicaron a algunos comercios tradicionales, también afianzaron la ciudad como centro comercial comarcal.
En los años 1980, a raíz de una de las crisis por las que atravesó la industria de fabricación de calzado, hubo un receso en esta actividad comercial, y muchos comercios históricos de la ciudad acabaron cerrando. También se produjo un hecho singular que propiciaría el cierre, traslado y paralización de nuevos comercios de alimentación en zonas próximas al Mercado Central, por un decreto de alcaldía del Ayuntamiento gobernado por el PSOE, se prohibía la ampliación y la instalación de comercios que pudieran competir con el nuevo Mercado Central que se estaba construyendo y que quedó inaugurado en 1998, esto desvió superficies de hipermercados que estaban solicitando licencias de apertura en Elda y que finalmente se establecieron en el término municipal de Petrel. Los últimos cines tradicionales, acabaron echando el cierre en la década del 2000. El ocio nocturno sufrió un gran varapalo en el año 2002, debido a una creciente ola de violencia callejera, que lejos de resolverse, se fue agravando hasta que la práctica totalidad de pubs y discotecas de la zona centro acabaron cerrando.
Las asociaciones de empresarios de calzado establecidas en Elche, Elda y Villena, que durante las décadas de los años 70 y 80 se manifestaron muy activas en la problemática del sector zapatero, quedaron disueltas, para dar paso a la Asociación Valenciana de Empresarios del Calzado (AVECAL) que se constituyó el 7 de octubre de 2010, con el objetivo de representar y defender los intereses de los/as empresarios/as del sector del calzado e industrias afines de la Comunidad Valenciana, instalando su sede en el Parque Empresarial de Elche. Con este paso la voz de los empresarios, especialmente de la ciudad de Elda, pierden protagonismo y la posibilidad de liderar los intereses de la ciudad zapatera más importante del Medio Vinalopó.
Durante la legislatura de 2011-2014 se realizó la obra Punto de Atención Continuada de Salud, el PAC de la Zona Centro, con el objetivo de remodelar las principales vías del centro urbano, con un cambio de imagen y semipeatonalización en pro de la reactivación comercial. También está aprobada la construcción de un centro comercial en los terrenos donde se encuentra el viejo estadio Pepico Amat, sin concretar ninguna fecha debido a la actual crisis económica.
Desde el año 2015 dado el constante deterioro de la actividad laboral, la pérdida de valor de los inmuebles y la falta de crecimiento comercial en la ciudad, se propuso una exposición en Elda de zapatos para mujer de media y alta gama, que son los tipos mayoritarios fabricados en la comarca. En septiembre de 2018 se produjo un acuerdo entre la Asociación de Minusválidos Físicos Intercomarcal (AMFI) con el propietario de uno de los edificios palaciegos existentes en la ciudad y que desde hace años está sin actividad. AMFI ofreció estos salones para la deseada exposición de zapatos con el fin de tratar de elevar el interés comercial en ese tipo de fabricados, asentar el prestigio de la Comarca del Medio Vinalopó como la zona zapatera de calzado de gama alta y crear un evento que pueda captar la atención de comparadores, además de devolver a los habitantes de la zona la esperanza por un reforzamiento de sus señas de identidad y su industria. Se le dio el nombre provisional de «Exposición de Zapatos de Mujer de Alta Gama en la Comarca del Medio Vinalopó»., si bien quedó en fase de proyecto al conveniar el Ayuntamiento de la ciudad con AMFI, la posible ubicación en ese lugar de una Casa de Cultura.[52]
No existen datos sobre cuanta gente vivió en Elda durante las épocas antiguas. No es hasta la reconquista cuando comienzan a obtenerse las primeras cifras. No obstante, la historia demográfica más antigua es difícil de establecer con absoluta certeza, dado que los censos con los que se ha elaborado por los historiadores se han basado en los contribuyentes a la Corona. Se sabe que la comunidad cristiana llegó a poblarla en el siglo XIII con no más de 130 personas que se asentaron alrededor de lo que hoy se conoce como ermita de San Antón, siendo el número de residentes no cristianos cinco veces superior.
En el siglo XIV, la población sufrió drásticas pérdidas. En 1348 como consecuencia de las epidemias de peste que asolaban la zona, más alante por la guerra de los dos Pedros, de singular impacto en una zona fronteriza como la eldense. A principios del siglo XVI se incrementó la población, a pesar de la expulsión de las familias judías, que con unos 30 miembros, no eran muy numerosas en Elda. A lo largo de éste siglo la población morisca representaba entre el 75 y el 80% del total de la villa, que alcanzó los 2250 vecinos en 1595. Con la expulsión de los moriscos el 4 de agosto de 1609, Elda perdió el 83% de población (unos 1750 vecinos), quedando únicamente unos 480 habitantes. Pese a que tras la expulsión se concedió Carta Puebla, en 1663, 54 años después, la villa solo contaba con 972 habitantes y la procedencia de los repobladores, salvo contadas excepciones, era de poblaciones cercanas, dentro lo que hoy es la provincia. La recuperación demográfica de Elda será paulatina, y habrá que esperar a la explosión demográfica del siglo XVIII, hasta que en 1730 la villa vuelva a tener una población similar a los 2200 habitantes que había antes de la expulsión. No obstante durante la centuria de 1700 se duplicó la población, desde unos 1800 habitantes de principios de siglo, a unos 4000 al acabar.
El siglo XIX, de gran prosperidad y desarrollo demográfico en toda España, no se tradujo en un gran incremento poblacional para Elda. El año 1800 comenzó con unos 4000 habitantes, que se incrementaron hasta el 1900 hasta los 6100 eldenses. Sin embargo a lo largo del siglo se vivieron mermas de población debido a épocas de hambrunas, a migraciones pero sobre todo a duras epidemias de cólera que afectaron a varias zonas del país. En 1855 hubo más de 800 infectados, y en otra más dura en 1885, llegó a fallecer el 10 % de eldenses. Es en los últimos años, con la evolución industrial, cuando la población empieza verdaderamente a crecer.
Al comienzo siglo XX, el rápido desarrollo de la industria del calzado provocó un espectacular crecimiento demográfico. En 1910 se alcanzan los 8000 habitantes, creciendo en una década lo mismo que todo el siglo anterior. En esa época llegan a la ciudad vecinos de comarcas cercanas con experiencia zapatera, llegando gente mayoritariamente de Almansa, Villena y Yecla. También hubo una corta oleada de inmigrantes menorquines, experimentados en el calzado, conocidos aquí como los mahoneses. A partir de 1920 se vive un gran repunte de población, llegando a mitad de los años 1930 a rozar los 20 000 vecinos. Algunos documentos apuntan que durante la guerra es posible que incluso se rebase esa cifra, al recibir Elda refugiados de los frentes. Tras la guerra, sin embargo, hay una importante pérdida de población, entre refugiados retornados, y eldenses muertos o desplazados por la contienda.
Durante los años 1940, la población permanece estancada en los 20 000, pero se vuelve a la senda alcista desde 1950 en adelante, dando comienzo a una gran explosión demográfica. De este modo en 1960 se sobrepasan los 28 000, en 1970 se pasan los 40 000 y la cifra de 50 000 se alcanza antes de 1980. En estas décadas el crecimiento se debe sobre todo a migraciones procedentes fundamentalmente de las provincias de Albacete, Murcia, Almería, Jaén, Badajoz y Cádiz. Así mismo, siguieron llegando pobladores de otros municipios de comarcas vecinas.
El pico histórico de población se da en Elda en el año 1990, con 57 515 habitantes. Desde entonces, vive un estancamiento demográfico, con años de aumento y de retroceso. Las causas iniciales han sido urbanísticas, ya que en los 80-90 en Elda no había suficiente vivienda nueva para cubrir la demanda. Petrel, sin embargo generó una gran área de expansión en La Frontera, y durante años construyó cientos de viviendas modernas, con amplias calles y zonas verdes, que además, eran sustancialmente más baratas que en Elda. Esto provocó un amplio éxodo de la juventud eldense hacia Petrel, que provocó una inversión proporcional de los datos de crecimiento de ambos: los habitantes que perdía Elda, los ganaba Petrel. Durante los años 1990 no obstante, ha habido otros motivos económicos. La crisis industrial a la que se enfrenta el calzado desde hace dos décadas, sumada a la actual crisis económica, ha provocado que numerosos vecinos, sobre todo jóvenes, migren a otras ciudades en busca de empleo.
En el periodo 1990-2014 el estancamiento poblacional de Elda ha sido notorio respecto al ritmo ascendente de otras ciudades de la región. De esta forma se pasó de ser en 1990 el cuarto municipio de la provincia y el sexto de la comunidad, a ocupar el octavo puesto provincial, y el decimocuarto autonómico en el año 2012.
Según los datos facilitados por el I.N.E., a fecha 1 de enero de 2017, la ciudad de Elda arrojaba un índice de población de 52 745 habitantes, una cifra muy similar a la de 1996 (52 271). La pérdida de población en un años (2015 a 2016) fue muy significativa, alrededor de 500 personas. La ralentización de la industria principal, la de fabricación de calzados y conexas, por la que decreció el número de nuevos establecimientos industriales, la carencia de diversificación industrial que pudiera absorber la pérdida de puestos de trabajo en el sector zapatero, apuntan como posibles causas de esa despoblación.
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