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Villena es un municipio y una ciudad española de la Comunidad Valenciana. Situada en el noroeste de la provincia de Alicante, limita al oeste con la Región de Murcia y Castilla-La Mancha y al norte con la provincia de Valencia. Es cabeza de partido judicial y capital de la comarca del Alto Vinalopó. Se sitúa a una altitud de 504 m s. n. m. y su término municipal abarca una extensión de 345,6 km² (lo que lo convierte en el 2.º más grande de la provincia). Contaba con 34 155 habitantes en 2020 (INE), siendo el 11.º municipio más poblado de Alicante y el 21.º de la Comunidad Valenciana.[4]
Se tiene constancia de poblamiento en la zona desde el Paleolítico Medio. Sin embargo, está discutido si la ciudad actual data de época visigoda o es anterior, aunque con total seguridad existía en el siglo XI, durante la dominación musulmana.[6] Tras la conquista cristiana, pasa a ser señorío, principado, ducado y finalmente marquesado,[8] hasta que el pueblo, alentado por los Reyes Católicos, se rebela contra el marqués. En 1525 Carlos V le concede el título de ciudad. Este es el momento de mayor prosperidad económica, como muestran los monumentos que han llegado hasta la actualidad. A partir del siglo XVI se abre un periodo de tranquilidad, solo interrumpido por las guerras en que se verá envuelta esta zona de España.
En 1833 pasó de depender del Reino de Murcia al Reino de Valencia, debido a la división provincial de 1833, que integró la ciudad en la provincia de Alicante. Pese a que en 1858 se inauguró una estación de ferrocarril, la economía siguió siendo esencialmente agrícola hasta el éxodo rural de los años 1960. A partir de entonces, el modelo económico cambió rápidamente y en la actualidad la economía se basa principalmente en el sector servicios y la industria, destacando las del calzado, la construcción y los muebles.[11]
La ciudad conserva un importante conjunto histórico, compuesto por sus dos castillos y varias iglesias, ermitas, palacios y plazas, así como un importante patrimonio museístico, en el que destaca el museo arqueológico José María Soler. Entre los principales eventos culturales se encuentran las fiestas de Moros y Cristianos, las Fiestas del Medievo, y el concurso de Jóvenes Intérpretes «Ruperto Chapí».
El primer topónimo del que se tiene constancia es el «Ad Turres» que aparece en los Vasos Apolinares, que ha sido identificado con alguna de las villas romanas o postas del itinerario de la Vía Augusta, en algún punto entre Villena y Fuente la Higuera. Cerca de esta última se tiene constancia de una torre citada como ya en ruinas en el siglo XIV.[14] En cuanto al origen del término «Villena», hay cierta polémica. Menéndez Pidal propone que habría evolucionado de un hipotético antropónimo Bellius o Vellius y el sufijo -ana, tal como Lucena (Lucius + -ana) o Maracena (Marcus + -ana), que darían la forma romana «Belliana» o Velliana. Sin embargo, ni Belliana ni Bellius se han documentado en época romana, amén de que la evolución de «Belliana» a «Villena» comporta ciertas dificultades fonéticas.[16] Por tanto, Domene Verdú indica que el origen del topónimo sería el término بليانة «Bilyāna», netamente árabe, y significaría «la llenada (por Alá)». Esa forma árabe, documentada a partir del siglo XI,[6] habría evolucionado de dos maneras distintas. De un lado, siguiendo las normas del castellano medieval, a «Belliena», tal cual aparece en la Historia Roderici (hacia 1190). Esta forma, no obstante, habría desaparecido a raíz de la conquista cristiana de 1241 a favor de la forma Billena, según las reglas fonéticas propias del aragonés, que hablarían la mayor parte de los repobladores cristianos. A partir del siglo XV, y atraída la grafía por la palabra villa debido a la ya mayoritaria confusión de b y v entre los hablantes de español, se consolida la forma «Villena», que ha permanecido inalterada hasta la actualidad.
Villena está situada al noroeste de la provincia de Alicante, en la comarca del Alto Vinalopó, a 57 kilómetros de la capital provincial. Se encuentra en una importante encrucijada de caminos entre las comunidades valenciana, murciana y castellano-manchega, a las que se accede en pocos minutos. Su singular enclave geográfico, en el Corredor del Vinalopó, de importancia capital desde época prehistórica (aquí accedía la Vía Heráclea al interior de la Meseta) y en torno a pueblos como Biar, Sax, Fuente la Higuera, Yecla y Caudete, ha hecho que Villena sea un importante nudo de comunicaciones.[19] Su amplio término municipal (345,6 km²) es el segundo con mayor superficie de la provincia de Alicante.
El término municipal está atravesado por la Autovía de Alicante A-31 (integra la carretera N-330 entre los pK 48-65 y 69-73), la carretera autonómica CV-81 (permite la comunicación entre Onteniente y Yecla) y la autovía A-33 (conecta la A-31 con la autovía A-35 permitiendo un acceso más rápido hacia Valencia).
La zona puede encuadrarse dentro de las áreas de los pasillos prebéticos. Por su situación y configuración, se considera un altiplano con rasgos de transición entre el paisaje manchego y el levantino.
Por lo que respecta a su génesis, el relieve presente en el término de Villena y comarca está relacionado con dos factores: las condiciones climáticas y la tipología del roquedo. La zona está sometida a la acción de un sistema erosivo mediterráneo puesto de manifiesto en el ritmo de precipitaciones y en las temperaturas, que favorece la formación de glacies, ramblas y barrancos, potenciados por la escasa cobertura vegetal que existe en algunas zonas. El predomino de calizas, margas y arcillas se manifiesta en las cumbres y en espacios arcillosos como los Cabezos.
Las principales unidades montañosas las constituyen: la sierra de Salinas, al suroeste, donde se alcanza la máxima altura en el pico de la Capilla con 1236 metros de altitud; los picachos de Cabrera, al sur, una formación aislada y bastante abrupta que alcanza los 873 metros; la Peña Rubia, al sureste (934 metros); la Sierra del Morrón, al noreste (910 metros) y la sierra de la Villa (780 metros), a cuyas faldas se encuentra la ciudad, que se alza a 505 metros sobre el nivel del mar.
El río Vinalopó entra en el municipio procedente del valle de Biar y se dirige hacia Sax, saliendo del territorio a 485 metros sobre el nivel del mar.
Pese a la cercanía con la costa, las montañas representan un obstáculo para recibir la influencia del mar, y dado que la altitud media está por encima de los 500 metros, se condiciona un peculiar clima duro. Villena presenta unas temperaturas extremas que suelen oscilar entre los -8 °C y los 35 °C.[24] El 17 de enero de 1957 se registraron -24,0 °C, mientras que el 15 de agosto de 2021 se registraron 45,6 °C en la estación de El Hondo de la Lagunilla. Por su parte, la temperatura media se sitúa en los 6 °C en el mes de enero, mientras que en julio y agosto está en torno a los 24 °C. Térmicamente Villena presenta las características propias de un clima continental de la meseta, que se manifiesta en la existencia de un verdadero invierno, y un verano en el que se constata un aumento de las temperaturas en las horas centrales del día con noches muy refrescantes.
El período de máximas lluvias se registra durante los meses de primavera y otoño con cotas de bajas a medias: entre 350 y 550 mm dependiendo de la zona del término. El periodo entre 1943 y 1962 arrojó una media de precipitaciones anuales de 348,4 mm frente a los 556 mm del Valle de los Alhorines. Así, el número de días de lluvia en otoño en Villena es, por término medio, de 11, mientras que la primavera se caracteriza por unas precipitaciones de tono más débil o moderado.[26] Las altas temperaturas y la escasez de precipitaciones, junto con la irregularidad de éstas, ilustran la aridez de la llanura villenense, que va disminuyendo al aproximarse hacia la parte oriental del Alto Vinalopó.
Cabe destacar que los -24 °C que se registraron es la temperatura más baja histórica de la Comunidad Valenciana según el INM, y los 45,1 °C es una de las más altas históricas de la Comunidad Valenciana.
Debido a su gran diversidad fisiográfica y faunística, el patrimonio natural de Villena es de gran importancia en el contexto de la provincia de Alicante.
En la sierra de Salinas es donde más abunda la vegetación boscosa —bosque mediterráneo—, conservando amplias zonas de carrascal y densos pinares. En otras sierras, de menor vegetación arbórea como son el Morrón y Peña Rubia, predomina el matorral dominado por el romero, el enebro, la sabina, el tomillo, la aliaga, etc., plantas que están ampliamente representadas en estas latitudes.[28] Dentro del término de Villena se encuentran también ambientes subesteparios —zonas de vegetación muy baja y aclarada—, acompañando normalmente a los cultivos de cereales, como sucede en el paraje de Los Alhorines.
Existen en Villena tres microrreservas de flora: desde 1994 la microrreserva Cabecicos de Villena y la microrreserva Cueva del Lagrimal y desde 2002 la microrreserva Miramontes.[30]
La sierra de Salinas es la zona de mayor diversidad faunística de Villena, destacando la jineta, el gato montés y el jabalí y, entre los animales de caza que habitan el campo, se encuentra el conejo y la perdiz. Completan esta relación las aves rapaces diurnas y nocturnas. En el paraje de los Alhorines se ha reintroducido el cernícalo primilla. En otras zonas del amplio término se encuentran dos especies de aves únicas en la provincia de Alicante: la ortega y el sisón. Es muy abundante la presencia de la calandria común,[33] y de diversos tipos de bisbitas, mientras que el alcaraván es más difícil de encontrar.[35] Existen todavía zonas húmedas en la huerta de Villena, donde aparecen anfibios y un pez conocido como fartet —muy escaso— cuyo único hábitat es Marruecos y el sureste de España.
Los vestigios más antiguos hallados en el término municipal de Villena se remontan al Paleolítico Medio, hace aproximadamente 50 000 años, y se encontraron en la cueva del Cochino. La continuación del proceso humano se halla en el paraje de la Huesa Tacaña (al oeste de la Peña Rubia), pudiéndose observar la evolución cultural en yacimientos como la cueva del Lagrimal. De la revolución neolítica se encontraron importantes restos en la Casa de Lara, representante del poblamiento neolítico en llanura,[39] aunque los vestigios de esta época inundan toda la comarca: cuevas, las terrazas del Vinalopó, las orillas de la antigua laguna de Villena, etc. Sin embargo, el neolítico tal cual fue corto y en los estratos considerados eneolíticos ya se encuentran sencillos objetos metálicos, que caracterizan la llegada de la Edad del Bronce, cuyos asentamientos ya no se encuentran en llanuras, sino en estratégicas alturas fácilmente defendibles. Las cuevas que hasta entonces habían sido lugar de habitación, empezaron a reservarse para fines sepulcrales. Entre los yacimientos destaca, por la definitiva irrupción del urbanismo, una de las principales ciudades del Mediterráneo occidental: el Cabezo Redondo, que constituía la frontera entre la cultura argárica y el bronce valenciano. El desarrollo alcanzado en esta etapa le ha otorgado a Villena un lugar privilegiado en este periodo de la historia, ya que a esta cultura pertenece el conjunto conocido como Tesoro de Villena.[38]
Tras la Edad del Bronce se produjo en la zona un derrumbe poblacional, cuya recuperación no tuvo lugar hasta la Edad Moderna. No obstante, la continuidad del proceso humano está constatada por la presencia de yacimientos ibéricos, que tuvieron asentamientos en el puntal de Salinas, el Zaricejo y la sierra de la Villa.[39] Sin embargo, dichos asentamientos no fueron en realidad mucho mayores que una aldea. También los celtas dejaron su huella en la necrópolis de incineración del peñón del Rey (en los Picachos de Cabrera).[39] No se ha encontrado ningún núcleo de población estable durante la época romana, pero han aparecido restos de al menos cuatro villas repartidas por todo el término, en las que se cree que se distribuía la población, ya que los poblados ibéricos se destruyeron o abandonaron. Estas villas, junto con los hallazgos monetarios, cerámicos y de centuriación (división de la tierra en lotes),[42] demuestran que la romanización fue intensa en la zona, sobre todo debido a que por el valle del Vinalopó pasaba la vía Augusta. Si bien estas villas sufrieron en cierto modo la crisis del siglo III, tuvieron un periodo de florecimiento durante los siglos IV y V, lo que no se corresponde con las terroríficas descripciones de la época que nos brindan Hidacio y Osorio.[44]
Durante la dominación visigoda, la comarca de Villena formó parte de una provincia que se correspondía aproximadamente con la antigua Cartaginense. Cuando los musulmanes invadieron la península ibérica en 711, se encontraron con un duque visigodo llamado Teodomiro, que dominaba una amplia comarca que tenía por centro la ciudad de Orihuela. Se suele considerar que la primera noticia que se tiene de Villena como núcleo de población estable en su localización actual es la del tratado de los musulmanes con Teodomiro en el año 713. En él se nombra, entre otras, la ciudad de بلنتلة Blntla o su variante بلنتية Blntya,[46] que ha sido identificada por algunos investigadores con Villena, aunque otros la relacionan con Valencia, Valentula (Elche) u otras localizaciones.[47] El primer testimonio que con total seguridad se refiere a Villena es un documento del siglo XI en el que se menciona بليانة Bilyāna, nombre que dio lugar al actual en boca de los repobladores cristianos.
El territorio de Teodomiro pasó a denominarse cora de Tudmir, y el pacto se respetó hasta los tiempos de Abderramán I, quien lo rescindió unilateralmente. Según la Historia Roderici, en Villena citó Alfonso VI al Cid para que le apoyara en la conquista de Aledo, aunque esta narración guarda varias incoherencias y el hecho en sí está discutido, ya que es probable que el Cid nunca saliera de Onteniente, donde estaba acampado.[49] El domingo 13 de agosto de 1172, el califa Yusuf I acampó en el castillo de Villena, camino de Huete a Murcia. De entre las circunscripciones menores llamadas aqalim (singular iqlim), se sabe que al menos desde el siglo XII Villena fue cabeza de una de ellas,[51] no apareciendo como tal en las crónicas anteriores, lo cual indica, para algunos autores, que Villena se convirtió en un núcleo de importancia a partir de esta fecha.[53] Este iqlim ejercería su jurisdicción sobre Hisn Yakka (Yecla), Bogarra (Caudete), Benejama y Sax.[55] Según Ibn Said al Maghribi, Villena era una ciudad con jardines en los que el agua de la antigua laguna y de numerosos manantiales jugaría un papel predominante.[57] Además, se sabe de la existencia de una madraza de la que fue profesor de retórica el jiennense Mohamad ben Ahmad ben Hassan alrededor del año 1200 al huir de la persecución de los almorávides.[58] Se han localizado dos cementerios musulmanes en la ciudad.
El primer intento serio de conquista por parte de los cristianos fue en 1238, aunque la conquista definitiva tuvo lugar en 1240, por los Caballeros de Calatrava en nombre de Jaime I y de la Corona de Aragón. Así pues, se incumplieron pactos anteriores que dejaban a la órbita castellana esta plaza.[60] El tratado de Almizra en 1244 la devolvía a Castilla y fijaba la frontera entre Castilla y Aragón. Entre 1252 y 1256 se creó el señorío de Villena a favor de Manuel de Castilla. En 1264 Jaime I tuvo que volver a intervenir para sofocar una sublevación morisca promovida por el rey granadino Alhamar. El infante Manuel de Castilla, que poseyó el señorío a manera de rey,[62] otorgó en 1270 el fuero y privilegio de Murcia y Elche y, en 1276, el de Lorca. Estos otorgamientos dan fe del fuerte interés del señor de Villena en repoblar la zona.[56] A la muerte del infante Manuel de Castilla, el señorío lo heredó su hijo, don Juan Manuel, segundo señor, príncipe y primer duque de Villena. Este concedió en 1305 una feria a los moradores de la villa, y ya en 1308 comenzó a amurallar el barrio de los cristianos viejos.[64] El señorío pasó a ser principado en 1333 y en 1336 ducado.[66] El ducado pasó finalmente a marquesado, el más antiguo de la Corona de Castilla,[67] bajo el control de Alfonso de Aragón el Viejo.[69] Se extendía por parte de las actuales provincias de Almería, Murcia, Albacete, Alicante, Valencia y Cuenca, y comprendía veintitrés localidades.
En 1476 la población se levantó contra el marqués Diego López Pacheco, alentada por los Reyes Católicos, y en 1480 pasó a depender directamente del realengo y a disfrutar de distintos privilegios. No obstante, el término geográfico marquesado de Villena siguió utilizándose para denominar esta región, dentro del antiguo Reino de Murcia, al menos hasta el siglo XVII. En 1525 el emperador Carlos V le concedió el título de ciudad.[9] Comenzó así un período de cierta tranquilidad, solo roto por el eterno conflicto territorial de los Alhorines, entre Caudete y Villena al filo del siglo XVI. Durante la Guerra de Sucesión entre Austrias y Borbones, Villena apoyó a estos últimos en la figura de Felipe V, lo que le hizo ganar el título de: «Muy noble, muy leal y fidelísima».[72] La imagen urbana de Villena a finales del siglo XVIII era la de una ciudad abierta que ya no tenía murallas, como da a entender Bernardo Espinalt en su Atlante español.
En 1803 se ordenó desecar la laguna de Villena, de la que se obtuvieron 1704 ha de tierra cultivable. Durante la Guerra de la Independencia, Villena fue tomada por el mariscal Suchet, de las tropas napoleónicas. Para provocar la rendición de las escasas fuerzas que defendían el castillo de la Atalaya, en 1811 Suchet lo bombardeó desde el exterior y, al tomar la fortaleza, hizo volar parcialmente las bóvedas almohades de la torre del homenaje,[75] a fin de dejarlo inservible para apostar una guarnición. En 1836, tras haber pertenecido previamente a las provincias de Murcia y Albacete, Villena se incorporó definitivamente a la de Alicante. Con la construcción, en 1858, del ferrocarril que unía Alicante y Madrid y en 1884 con el trazado que la conectaba con Cieza y Alcoy (VAY), se aumentó significativamente la tasa de comercio y comenzaron a aparecer las primeras industrias. En verano de 1888 se derribó la torre del Orejón, eliminando así el último lienzo de muralla que quedaba en la ciudad.[76]
Desde principios de siglo el elemento asalariado y jornalero adquirió un fuerte peso, lo que condujo a una importante difusión del anarquismo y del socialismo, como demuestran los acontecimientos de la huelga general de 1917, que se saldaron con muertos y heridos. Al inicio de la guerra civil las autoridades alicantinas enviaron fuerzas de seguridad a Villena y Almansa para impedir que se extendiera la rebelión a estas ciudades.[79] Aun así, los primeros días de la contienda reinó el caos en la población y se produjeron los mayores destrozos. La ciudad fue bombardeada en diversas ocasiones,[80] a fin de cortar la conexión por ferrocarril entre Madrid y Alicante. En 1937 se creó un organismo económico, el Consejo Regulador de Economía Socializada, integrado por elementos de la UGT y la CNT, que administraba la socialización de todos los bienes intervenidos en las diversas actividades productivas y de distribución. Dada la escasez de moneda fraccionaria, el Ayuntamiento se vio obligado a emitir moneda. Durante 1939 la crisis económica se recrudeció, lo que sumió a la actividad política de la ciudad en un estado letárgico que finalizó el 29 de marzo de 1939 cuando las tropas franquistas entraron en la ciudad.[82]
Finalizada la guerra civil, la situación de la ciudad era crítica, tanto económicamente por la falta de suministros como por la cantidad de infraestructura destruida que hubo que reconstruir lentamente. A partir de la década de 1960 tuvo lugar una explosión demográfica debido a la llegada de inmigrantes, sobre todo de Castilla-La Mancha, Granada y Almería.[83] Así pues, entre 1960 y 1970 la superficie urbana creció sobre un 20 % y la construcción de viviendas aumentó en un 650 %. El 3 de agosto de 1979 se procedió al renombre de todas las calles con trasfondo franquista.[85] El desarrollo actual de la ciudad ha desembocado en una buena infraestructura cultural, como el teatro Chapí, los diferentes museos, el pabellón deportivo municipal, los diversos eventos culturales o la Casa de la Cultura, donde está situada una de las tres bibliotecas de la ciudad, una sala para teatro y cine y varias salas de exposiciones. También, junto con la especialización de la economía ha crecido la infraestructura de servicios. La ciudad cuenta con dos polígonos industriales, el Rubial en las cercanías de la estación del ferrocarril y Bulilla en las de la autovía A-31, así como con otras zonas industriales en los principales accesos de la ciudad.[87]
En 2019, el municipio contaba con 33 964 habitantes empadronados, según cifras oficiales del INE. La gran mayoría de la población vivía en la ciudad de Villena, y el resto en unidades poblacionales, algunas de las cuales son consideradas como pedanías, que se encuentran esparcidas por el amplio término municipal. Según el nomenclátor de 2012, la población del municipio se reparte en las siguientes entidades singulares de población:
Cuenta con una población de 33 969 habitantes (INE 2022).
La población de Villena lleva creciendo de manera sostenida desde mediados del siglo XIX, debido principalmente al desarrollo industrial, que ha contribuido a mantener la población de Villena y a que siga siendo uno de los grandes núcleos urbanos del interior valenciano. Durante las décadas de 1960 y 1970, gracias al aumento de fábricas de calzado, la ciudad recibió inmigrantes de otras provincias, sobre todo Ciudad Real, Albacete, Granada y Almería. Aunque el crecimiento demográfico se ralentizó tras el éxodo rural español, en los últimos años el crecimiento demográfico se ha reforzado por la llegada de inmigrantes iberoamericanos y magrebíes.
En 2004 la concejalía de Inmigración de la ciudad creó el Plan de Integración de la Inmigración en Villena, que marcaba las directrices para integrar a la creciente población inmigrante de la ciudad en todos los ámbitos y así pudieran convivir en plano de igualdad con el resto de la población de la ciudad. A raíz de este plan se pusieron en marcha varios proyectos, como la feria Humana[91] o la Semana Intercultural, que en 2009 celebró su quinta edición y se ha convertido en un referente de este tipo de eventos.
Villena ha sido sede del encuentro de distintas asociaciones de la Comunidad Valenciana para coordinar esfuerzos en materia de integración, así como de conferencias y cursos relacionados con esta área.[94] Además, en 2009 fue sede de la Muestra Internacional de Cine y Derechos Humanos.
La población extranjera empadronada suma 3054 habitantes, representa un 8,67 %, muy inferior a la media provincial y estatal, siendo las nacionalidades más numerosas la marroquí (599 habitantes), la rumana (221), la búlgara (255), la ecuatoriana (686) y la colombiana (471).
Determinar el origen urbanístico del núcleo de Villena no es tarea fácil, dado que los datos anteriores al siglo XIII son muy escasos y las excavaciones arqueológicas no han sido concluyentes. Las teorías más aceptadas afirman que, o bien el núcleo apareció en los últimos periodos de la época visigoda o bien se conformó a partir de la conquista árabe. En cuanto a su localización, se cree que el núcleo andalusí más antiguo se encontraba en la zona del actual barrio del Rabal que se extiende al oeste de la iglesia de Santa María, bajo cuyo solar debió hallarse la mezquita. Esta idea se refuerza por los hallazgos de viviendas de labranza del siglo XII y XIII que se han hallado en diversos puntos alrededor de la iglesia de Santiago, que fue el centro de la ciudad cristiana, lo cual parece indicar la existencia de un asentamiento rural situado unos 200 metros al norte del casco principal.[97]
Los nuevos pobladores cristianos que fueron llegando a Villena desde el momento de la conquista cristiana se establecieron alrededor de la actual iglesia de Santiago, como demuestra el tipo de urbanismo ortogonal con las calles dispuestas en posición radial formando manzanas regulares con una parcelación clásicamente medieval. El centro de la ciudad se trasladó a esta área, que posteriormente se amuralló por orden de don Juan Manuel.[98] Así pues, el antiguo núcleo árabe se convirtió en un arrabal del nuevo núcleo amurallado cristiano (de ahí el nombre de Rabal que sigue teniendo hoy día) y allí se concentró la población musulmana, judía y de cristianos nuevos. El eje entre los dos espacios de población sería la plaza Mayor, en la cual se celebrarían los mercados, en cuyas inmediaciones se hallaba el pósito y donde se celebraban los concejos, al pie de una torre de la llamada Puerta de la Villa, que posteriormente sería conocida como torre del Orejón.
A finales del siglo XVIII Villena ya no tenía murallas. El geógrafo español Bernardo Espinalt nos la describe así en su Atlante español:
En verano de 1888 se derribó por insegura, aunque con una considerable oposición popular, la torre del Orejón, que había sido todo un símbolo de la ciudad desde hacía varios siglos. Con el derribo, se eliminó el último lienzo de muralla que quedaba en la ciudad y se ensanchó la calle Mayor, una de las principales arterias de la ciudad en aquellos años. El crecimiento posterior de la ciudad se hizo principalmente hacia el norte, a lo largo de la carretera de Madrid, y entre los espacios vacíos que quedaban entre el núcleo histórico y la línea del ferrocarril MZA inaugurada en 1858. La apertura a finales del siglo XIX del ferrocarril VAY limitó el crecimiento por el sur y el este, que a partir de este momento se concentró casi exclusivamente hacia el norte.
En la segunda mitad de la década de 1940 tuvieron lugar las obras de adoquinado y alcantarillado de las principales calles de la ciudad, incluyendo el adoquinado total de la llamada Puerta de Almansa (cruce de calles donde estuvo situada esta puerta) hasta la plaza María Auxiliadora. En 1954 se construyó el barrio de la Constancia, preludio de la gran explosión demográfica que tuvo lugar a partir de la década de 1960, debido a la llegada de mano de obra, sobre todo de Ciudad Real, Albacete, Granada y Almería. Así pues, entre 1960 y 1970 la superficie urbana creció sobre un 20 % y la construcción de viviendas aumentó en un 650 %.[84] En 1961 se construyó el barrio de San Francisco de Asís a fin de ofrecer viviendas a los sectores más castigados económicamente. Este hecho hizo que fuera llamado popularmente «poblado de absorción» y actualmente se le conozca como «el Poblao» (sic). La supresión del ferrocarril de vía estrecha de Cieza a Alcoy permitió a mediados de los sesenta el ensanche de Villena en dirección al sur.
El aumento de la población, así como el cada vez mayor parque móvil, provocó un gran aumento de tráfico en el centro de la ciudad, lo que provocó que en 1978 se excavara un túnel en la sierra de la Villa a fin de construir una variante a la carretera N-330, precursora de la actual autovía A-31, una de cuyas calzadas circula por el mismo túnel. Uno de los principales problemas urbanísticos que se ha venido dando desde entonces es la compresión del casco urbano entre la línea del ferrocarril y la autovía, que ha hecho adoptar a la ciudad una forma alargada que provoca grandes problemas de tráfico en el centro de la ciudad.[100] Esto ha producido que, al menos desde 1988, se haya hecho una propuesta de soterramiento de las vías, reclamación que sigue vigente en la actualidad.[102][104]
Villena está situada en el enclave conocido como Pasillo de Villena o Corredor del Vinalopó, lo que ha favorecido el desarrollo de unas buenas infraestructuras en las redes de comunicación por autovía, que la unen con la Meseta y la Costa alicantina, así como con Andalucía Oriental, Valencia y Alcoy. Además, a través de una serie de carreteras locales y comarcales, se comunica con los pueblos vecinos que forman la comarca natural del río Vinalopó y con las de la Hoya de Alcoy-Condado de Cocentaina, el Valle de Albaida como también con las poblaciones limítrofes de las provincias de Murcia y Albacete, como son Yecla y Caudete.[108] Así pues, se tarda una media de 40 minutos en acceder a Elche, Alicante y al Aeropuerto de Alicante-Elche y de una hora en acceder a ciudades como Valencia, Murcia y Albacete.
Carreteras por las que se accede directamente a Villena
Otras carreteras del término
Villena cuenta en su municipio con tres estaciones de ferrocarril desde 1858, la estación de Villena en el casco urbano y la estación de la Encina, en la pedanía de La Encina. En la estación de Villena tienen parada los trenes de largo recorrido Talgo y Alvia, el tren internacional Mare Nostrum (que circula entre Lorca y Montpellier) y los regionales Valencia-Alicante, Valencia-Murcia, Valencia-Cartagena y Alicante-Ciudad Real. La estación de la Encina fue un importante nudo de comunicaciones entre Madrid, Alicante y Valencia hasta la década de 1970, cuando su importancia cayó al construirse una variante entre Alicante y Valencia que hizo innecesaria la parada en dicha estación.
La línea de AVE entre Madrid y Alicante cuenta con una estación de alta velocidad en el término municipal de Villena a 6 km del casco urbano y 2,5 km de la Autovía A-31. Tiene una superficie de 2500 m² con aparcamiento para 300 plazas ampliable a 600. Esta estación sirve a unos 500 000 usuarios potenciales de toda la comarca y localidades vecinas de Murcia y Albacete y tiene como objetivo fomentar la actividad industrial en el norte de la provincia de Alicante.[112]
Actualmente Villena cuenta con un servicio de autobuses urbanos que recorren las siguientes líneas:
A través de los servicios de diferentes compañías, Villena está conectada diariamente con Alicante, Valencia, Murcia y Madrid así como con un buen número de localidades de la provincia. Durante los días laborables hay servicios (insuficientemente estructurados), a los pueblos de la comarca y área circundante (Bañeres, Benejama, Biar, Campo de Mirra, Cañada, Caudete, Yecla).
Fue ya durante la Edad Antigua cuando se generalizó el sistema de cultivos que impone el paisaje local: cereales, olivo, vid y frutales de secano. Estos fueron objeto de comercio desde la Edad Media con las vecinas tierras de Castilla y Valencia. El paisaje agrario impone una ganadería esencialmente ovina, caprina y mular, que debió alcanzar cierto desarrollo en época andalusí. Durante la Edad Media se produjo una intensificación general, especialmente del ganado ovino. A partir del siglo XV hay constancia de la existencia de ganado bovino, caballar y asnal. Importante fue la explotación de las colmenas para obtener miel, al menos desde el siglo VIII, ya que formaba parte de los impuestos que se especificaban en el pacto de Teodomiro, y su utilización se intensificó sobre todo hasta el siglo XIX.[25]
El desarrollo del regadío llegó a principios del siglo XVIII con la redacción de dos ordenanzas sucesivas con una exhaustiva reglamentación. En 1803, la desecación de la laguna aumentó las posibilidades de contar con tierras regadas. Los cambios del siglo XIX, principalmente la desvinculación de las desamortizaciones eclesiástica y civil, apuntaron a un importante traspaso de las tierras del clero, los municipios y la pequeña nobleza a elementos de la burguesía autóctona y forastera. La vid ocupaba en 1775 un total de 1088 hectáreas y el vino se vendía en Murcia y Madrid o bien se embarcaba en Cartagena y Alicante con destino a Francia y América, mientras que otra parte se convertía en aguardiente.[67] Este proceso de concentración burguesa de la propiedad facilitó en la segunda mitad del siglo XIX el desarrollo capitalista, con el cultivo de productos comerciales, como la vid, las hortalizas, los frutales y, en menor medida, el olivo. Para esa expansión, también jugó un papel muy importante el ferrocarril Madrid-Alicante. A finales del siglo XIX la vid ocupada una extensión de 9000 hectáreas, pero la cantidad se redujo a 8000 después de las diversas crisis de filoxera. La economía de Villena fue básicamente agraria hasta la década de 1950.[67]
El sector agrario, basado tradicionalmente en las abundantes aguas, vio como estas descendían notablemente debido a la sobreexplotación de los acuíferos a lo largo del siglo XX. En 1972, tan solo 1630 personas se dedicaban a la agricultura en Villena.[117] La superficie cultivada ha disminuido de 19 700 hectáreas en 1975 a 14 100 en 2003, de las que 5200 están en riego y el resto en secano. La vid, a la que en 1945 se dedicaban 8000 hectáreas sigue siendo, con 4185, el cultivo más extendido, seguido por los cereales (3600), el olivo (2575) y el almendro (1258). Han seguido teniendo cierto peso los cultivos de productos hortícolas: zanahorias, espinacas, lechugas, coles, etc. y frutas: manzanas, cerezas, peras, y ciruelas, entre otras.
Las salinas del término habían sido explotadas desde la Edad del Bronce y fueron propiedad real durante la práctica totalidad de la Edad Media hasta finales del siglo XVIII. Ya en el siglo XVII se desarrollaron, junto con la actividad agraria, actividades industriales ligadas a ella: molinos harineros, textiles de fibras vegetales y destilerías.[25] La industria de la primera mitad del siglo XX estaba basada en la fabricación de lienzos y colchas de lana, así como en vinos, aguardientes y aceite. También había un sector dedicado a la producción de calzado (alpargatas de esparto y yute) que empezó a derivar hacia el calzado de niño en la década de 1950.
El fuerte peso que adquirió el elemento asalariado y jornalero a principios del siglo XX condujo a una importante difusión del anarquismo y del socialismo con una actuación clara en momentos precisos como la huelga general de 1917, al arrancar los obreros las vías férreas y cortar las comunicaciones telegráficas y telefónicas así como el suministro eléctrico, causando así heridos y muertos.[118] Esta actitud no varió en la Segunda República, ya que durante la Guerra Civil, en Villena se desarrolló una experiencia única en toda la Comunidad Valenciana al crearse el C.R.E.S., un organismo económico, integrado por elementos de la UGT y la CNT, que administraba la socialización de todos los bienes intervenidos en las diversas actividades productivas y de distribución. El periodo franquista supuso una desmovilización general de la población obrera a través de la Organización Sindical, que en Villena contó con una de sus sedes comarcales y con gran actividad centrada en la formación profesional, actuación de Educación y Descanso y creación de diferentes servicios.
El desarrollo industrial de Villena en la segunda mitad del siglo XX se centró, aparte de las actividades de consumo local, en el sector del calzado, así como en el mueble y el textil y posteriormente la construcción, lo cual ha contribuido a explicar el progresivo crecimiento demográfico, con una fuerte atracción migratoria. Ya en 1972 las principales actividades económicas eran: el calzado, que empleaba a 3500 personas en 150 empresas, la construcción, que empleaba 730 en 70 empresas y los transportes, que empleaban a 450 personas.[117]
A principios del siglo XXI, la principal industria de Villena seguía siendo el calzado (infantil en su 90 %), constituyendo el 5 % de la producción nacional de calzado. Sin embargo, en los últimos años vio reducido su peso por el aumento de pequeñas y medianas empresas auxiliares de la construcción (pavimentos, revestimientos, ladrillos, electricidad, etc.), impulsadas por el aumento de la construcción tanto en la costa como en las zonas cercanas de interior. Este sector es el que se ha visto más afectado por la crisis económica. Por su parte, conservan su relevancia las industrias del mueble, el textil, las cárnicas, las artes gráficas y la artesanía, tomando una gran relevancia a nivel regional el surgimiento de una verdadera industria artesana en esta ciudad conocida como «artesanía festera», relacionada con las Fiestas de Moros y Cristianos. En cuanto a la industria agroalimentaria, aglutina un conjunto de industrias transformadoras de los productos para su posterior comercialización,[11] predominando la producción de vino a partir de uva monastrell, de gran rendimiento cara a la vinificación por su color y su alto grado alcohólico (14-15 grados).
Desde la Edad Media el desarrollo comercial se ha visto facilitado por una serie de privilegios y por la celebración de ferias, aunque la verdadera expansión comercial vino favorecida por la apertura del ferrocarril Madrid-Alicante en 1858 y de los Ferrocarriles de Villena a Alcoy y Yecla en 1884.
El sector servicios era a principios del siglo XXI el principal motor económico, constituyendo el 71 % de las actividades comerciales de la ciudad en 2001. Estas se encuentran principalmente en torno al comercio de confección, calzado, electrodomésticos, y a las actividades profesionales como las asesorías, las agencias inmobiliarias y la administración, etc. Así pues, Villena es el centro económico de la comarca,[120] aunque también de otras localidades más distantes como Bañeres, Fuente la Higuera y Caudete. Sin embargo, para localidades algo más alejadas, compite fuertemente con otros centros de atracción económica como Elda-Petrel y Alcoy.
En cuanto al turismo, el 20 de diciembre de 2010, se inauguró un Centro de Recepción de Visitantes enfrente del castillo de la Atalaya. Este proyecto se enmarca en el Plan de Dinaminación del Producto Turístico de Villena, aprobado en 2006 que tiene la finalidad de aumentar el número de visitantes.[123] El 7 de julio de 2006, Villena fue declarado «municipio turístico» por la Generalidad Valenciana.
Villena ostenta la categoría histórica de ciudad, con los títulos de «Muy Noble, Muy Leal y Fidelísima». De los Manueles obtuvo el título de «villa» y los de «Muy Noble y Muy Leal» en fecha incierta. Fue Carlos V quien le concedió el título de «ciudad» en 1525, como agradecimiento a la ayuda que había prestado la entonces villa a sus abuelos, los Reyes Católicos.[9] Tras la Guerra de Sucesión, en la que Villena luchó a favor de Felipe V, este le otorgó el título de «Fidelísima».
El escudo de Villena se lleva utilizando de manera tradicional desde, al menos, 1477 aunque no se estandarizó hasta el 27 de noviembre de 2010.[126] El diseño oficial, realizado por profesores en heráldica y catedráticos encabezados por Inocencio Galindo, se ratificó el 4 de octubre de 2012 y tiene la siguiente descripción:
Tales símbolos, por su parte, tienen su origen en diversos acontecimientos históricos. El castillo del primer cuartel recuerda su pertenencia histórica a la Corona de Castilla, mientras que el león del segundo cuartel y la mano alada del tercero son herencia del infante don Juan Manuel, señor de la ciudad. Los tres pinos del cuarto cuartel y el estanque del quinto hacen referencia a la laguna de Villena o la Fuente del Chopo, antiguamente las mayores fuentes de riqueza de la ciudad, la primera como salinas y la segunda como fuente de agua dulce. La corona es en recuerdo del marquesado de Villena.
Hasta que se hizo oficial, existieron distintas versiones según las legislaturas, así como cierta polémica en cuanto a la posición y a dónde han de mirar los cuarteles segundo y tercero.[125]
Villena es gobernada por una corporación local formada por 21 concejales elegidos cada cuatro años por sufragio universal que a su vez eligen un alcalde. El censo electoral está compuesto por todos los residentes empadronados en Villena mayores de 18 años y nacionales de España y de los otros países miembros de la Unión Europea. Según lo dispuesto en la Ley del Régimen Electoral General, que establece el número de concejales elegibles en función de la población del municipio, la corporación municipal de Villena está formada por 21 concejales. La sede actual del ayuntamiento villenense está en el Palacio Municipal, edificio del siglo XVI situado en la plaza de Santiago, en el centro de la ciudad, aunque tiene diversas dependencias repartidas en otras localizaciones debido a la falta de espacio en el edificio. El ayuntamiento de Villena está actualmente presidido por Fulgencio José Cerdán Barceló del PSPV-PSOE.
El resultado de votos y número de concejales de cada partido en las elecciones municipales de Villena desde 1979 el siguiente:
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